SIETE AGÓNICAS HISTORIAS DE DISTINTOS BURDELES QUE HARÁN QUE TE ECHES A TEMBLAR

Nicholas Kristof, un reportero del New York Times, comparte las terribles experiencias que vivió cuando estuvo luchando contra el tráfico sexual a lo largo de 18 años y en distintos países. Aún está alterado por lo que vio en las sombras de estos burdeles.


La primera vez que Nicholas informó sobre el tráfico sexual fue en Caboya, en 1996, donde vio un nuevo modo de esclavitud en forma de prostitución infantil. ¡Niñas de edades entre los 10 y los 15 años eran vendidas a los burdeles por sus propios padres! 


     Dos niñas prostitutas delante de unos burdeles cerca de Phnom Penh, Camboya, en 1996. Los chulos no permitían hacer fotos, así que Nicholas tuvo que disparar con la cámara apoyada en la cadera. 
     Las niñas eran vendidas como simples cosas, incluso te daban tickets y comprobantes de lo que pagabas por su virginidad.


La esclavitud sexual era peor y más abundante en los países asiáticos. Ver niñas inocentes, vestidas como mujeres mayores y muy maquilladas en colores oscuros, le partía el corazón.


     En los burdeles como este, en Svay Pak, en Camboya, encerraban a las niñas y la única diferencia que había con la esclavitud del siglo XX era que las niñas morían de SIDA alrededor de los 20 años. Eran obligadas a acostarse con unos 10 clientes por noche, porque eran consideradas propiedad del dueño del burdel. Si intentaban escapar, las encerraban en habitaciones aparte, y las dejaban sin comer y les pegaban palizas durante días. Nicholas cuenta que aún se les podían ver las cicatrices.


El día que compré la libertad de dos camboyanas por 353 dólares


     "En Poipet, Camboya, compré a una adolescente, Srey Mom, la de la camisa blanca, por unos 200 dólares y recibí un ticket escrito por el dueño del burdel, como si estuviera dándome el cambio de titular de un vehículo" dice Nicholas. Describió la expresión de horror en las caras de las chicas. Hacía tiempo que habían perdido la inocencia y lo único que se veían en sus ojos era desesperación y sufrimiento. 
     Los clientes que visitaban estos burdeles eran principalmente japoneses, australianos, americanos y otros asiáticos. Nicholas cuenta en sus reportajes que los hombres preferían chicas jóvenes porque era menos probable que tuvieran alguna enfermedad de transmisión sexual. Los clientes decían que tenían "frescura" y su virginidad podía ser vendida por hasta 500 dólares. Los precios iban bajando a medida que la chica era "usada". Una nueva puede venderse por 10 dólares, pero en una semana valdría 5 dólares o incluso llegar a costar al final 2 o 3 dólares. Hasta este punto llega la obscenidad de estos burdeles de bajo nivel.


La mujer pakistaní que escapó de un burdel después de 6 años de tortura. Mientras en el juzgado se decidía si enviarla de nuevo con el dueño del burdel  Nicholas intentó encontrarlo.


     "Cuando conocí a Aisha Parveen en 2006 era una joven pobre de 20 años, esperando la decisión de un juzgado de Pakistán de llevarla de vuelta con el dueño del burdel que la había torturado durante 6 años." dice Nicholas. La describían como "una chica sin importancia". Tenía 14 años cuando le dieron un golpe en la nuca cuando iba de camino al colegio. Cuando despertó estaba encerrada en un burdel a cientos de kilómetros de allí.
     Tenía una fuerza increíble, la señora Parveen se peleaba con los clientes y los rechazaba. Así que, según cuenta ella, el dueño del burdel, Mian Sher, el sádico violento que la había raptado, le pegaba y la torturaba sexualmente, y a menudo la drogaba para que se quedara inconsciente y los clientes pudieran hacer con ella lo que quisieran. Esto duró 6 años, durante los cuales le daban palizas casi cada día. A las chicas del burdel las obligaban a dormir desnudas por la noche para que les diera vergüenza intentar escapar así. La señora Paveen cree que dos de ellas, Malo Jan y Suwa Tai, fueron asesinadas después de que se negaran varias veces a acostarse con los clientes. En cualquier caso nunca se usaban condones, así que casi todas las chicas finalmente morían de SIDA.


En India, una de las capitales del tráfico sexual, Meena fue raptada, violada a diario y dio a luz una hija mientras fue esclava sexual. Cuando Meena escapó, trató de salvar también a su hija.
     


     Meena fue raptada de su pueblo en en norte de la India por un traficante y encerrada en un burdel junto a otras 13 niñas en la ciudad de Katihar. Cuando tenía unos 11 o 12 años - solo recuerda que era bastante antes de empezar a menstruar - el esclavista la encerró en una habitación con un cliente de pelo blanco que había comprado su virginidad. Ella lloraba y peleaba, así que la madre y los dos hijos dueños del burdel le enseñaron una lección. "Me pegaron sin piedad con un cinto, con palos y barras de metal", recuerda Meena. Aun así Meena se resistía a estar con clientes, a pesar de las palizas y de las amenazas con cortarla en pedazos. Al final, los dueños del burdel la obligaron a emborracharse, y cuando se desmayó se la dieron a un cliente. Cuando se despertó, aceptó su destino como prostituta. "Pensé: ya estoy estropeada, así que me rendí". En ese tiempo dio a luz a una niña, Naina, y una año más tarde a su hijo Vivek. Los dos le fueron arrebatados. El hijo fue obligado a trabajar en la lavandería de los burdeles y la hija fue preparada para la prostitución.
     Meena encontró una esperanza en una organización llamada Apne Aap que le prestó ayuda, pero aún sigue amenazada por la gente del burdel. Los culpables siguen libres en las calles.


Yumi Li, una licenciada universitaria que fue esclavizada a pocos metros de la oficina de Nicholas en Manhattan, le dijo que hay abusos delante de nuestras narices



     "Los estadounidenses tienden a asociar la "esclavitud moderna" con niñas analfabetas de la India o Camboya" dice Nicholas. Sin  embargo, él se cruzó con una chica muy bien educada llamada Yumi, de origen surcoreano, a la que engañaron para prostituirse captándola con una falsa oferta de trabajo en la que ofrecían un sueldo de 5.000 dólares. Llegó a Estados Unidos con un pasaporte falso y una vez allí los proxenetas se apoderaron de ella y la forzaron a acostarse con hombres. Cuando se resistía le pegaban con los puños, pero no le tocaban la cara porque eso abarataría su valor comercial. La agredieron y amenazaron, e incluso rodaron una película con ella en posturas comprometidas. Le dijeron que le enviarían el vídeo a sus familiares de Korea si se resistía, así que al final se rindió y se convirtió en una de las 24 prostitutas que trabajaban en una oficina de la Calle 36 de Midtown, Manhattan. Yumi fue arrestada por la policía varias veces pero nunca confesó que había sido traficada y obligada a prostituirse. Pero un día, cuando su mejor amiga fue atada por un cliente y forzada brutalmente, ella prometió dar los nombres de los proxenetas. Estos cambiaron la ubicación de la oficina para evitar que los cogieran. Siguen libres a día de hoy.


La investigación que Nicholas llevó a cabo en un foro de internet de expertos en tráfico sexual le llevó al paradero más inesperado: los bancos de Wall Street


     Parece ser que en Estados Unidos existe la mayor web de tráfico sexual de menores, llamada backpage.com. Este imperio de mujeres y niñas - algunas menores de edad forzadas a prostituirse - es propiedad de una compañía oscura llamada Village Voice Media. Los dueños parecen tener accionistas privados, incluso un 16% de Goldman Sachs. Goldman Sachs se avergonzó cuando Nicholas empezó a investigar su implicación en la compañía líder de anuncios de prostitución de América. Empezaron a trabajar frenéticamente para rebajar sus acciones, y en tan solo una semana llamaron para informar de que habían firmado un documento para vender su parte a la propia dirección de la web.
     No hay duda de que muchos anuncios de acompañantes en la web Backpage cuentan con el consentimiento de la persona que se anuncia. Pero también está claro que Backpage juega un papel importante en el tráfico de menores o en el de coacción de mujeres. En un caso reciente en Nueva York, los denunciantes dijeron que una niña de 15 años había sido drogada, atada, violada y vendida a Johns a través de Backpage y otras webs. Backpage ocupa el 70% de los anuncios de prostitución en el mercado, de acuerdo con AIM Group, una organización comercial.


De las calles a 'mejor madre del mundo'


     Shelia Faye Simpkins vivía y trabajaba como prostituta en un edificio en Nashville. Su historia resume la increíble capacidad humana de adaptación. Cuando los hombres le pagaban por prostituirse, pensaban que era una puta feliz finalizando una transacción consentida entre adultos. Era mucho más complicado que eso, como suele pasar.
      Shelia dice que su madre adolescente, alcohólica y drogadicta, a los 6 años le enseñó a practicar sexo oral. "Como una piruleta" recuerda que le explicaba su madre. Simpkins huyó de casa a los 14 años y cayó en los brazos de un proxeneta. "Yo pensaba que era mi novio, no me daba cuenta de que estaba siendo prostituida". Cuando mataron a su proxeneta de un tiro, fue reclutada por otro, Kenny, que regentaba un "establo" de 4 mujeres y le asignaba a cada una de ellas una cuota de ventas de 1.000 dólares. La que no ganara esa cantidad corría el riesgo de recibir una paliza.
     Simpkins cada poco huía de Kenny, pero cada vez que él la encontraba le daba palizas con palos o barras de metal. Nos cuenta que de media le pegaba más o menos una vez a la semana, y aún tiene cicatrices. Dice que a estas alturas estaría muerta si no fuera por una iniciativa de la Reverenda Becca Stevens, de la Universidad de Vanderbilt, para ayudar a las mujeres a escapar del tráfico y la prostitución.
     Ahora está casada y tiene dos niños, de 4 y 6 años. El mayor ha sido aceptado en un programa del colegio para niños muy inteligentes y está orgullosísima. "No he hecho muchas cosas en mi vida, pero esta es una que voy a hacer bien" dijo. "Voy a ser la mejor madre del mundo."


Nicholas espera que sus investigaciones y descubrimientos puedan cambiar algo en la lucha contra la prostitución y el tráfico de mujeres. Ha viajado mucho y aún le duele el alma de lo que se ha encontrado por todo el mundo.

Traductora: Marina Liñán

Texto original escrito por Manaal 






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