¿POR QUÉ A LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER NO LA LLAMAMOS "TERRORISMO"?

De la mutilación genital femenina a la violencia machista y el feminicidio, las mujeres y las niñas de todo el mundo viven con miedo.

     Con, cada vez más extendido, acceso a internet y a las redesociales, la comunicación entre los países del mundo -incluso los más remotos- se ha convertido en una parte fundamental de la vida diaria de mucha gente. Esta comunicación a tiempo real ha conseguido que la discriminación, la injusticia y la violencia, que antese escondían , toleraban, institucionalizaban y se defendían como parte de la cultura, sean cada vez más expuestas y menos toleradas.
   Pero, a pesar del aumento de la conciencia y el rechazo, la violencia contra las mujeres y las niñasigue siendo una amenaza global: la mitad de la humanidad deberían ser mujeres, pero hay 117 millones de mujeres y niñas "desaparecidas" (nuertas) en todo el mundo por discriminación, la injusticia del sistema, y la falta de derechos humanos del patriarcado. Eso supone más muertes que las de la I y la II Guerra Mundial juntas, según los datos de la ONU.
     De acuerdo con la Global Terrorism Database (base de datos sobre terrorismo), 171 personas murieron en ataques terroristas de todo el mundo en 2015. En comparación,en tan solo 20 países europeos controlados por Eurostat en 2015, 1014 mujeres fueron asesinadas por hombres, casi seis veces más. En 2016, la Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) publicó un informe sobre la violencia contra la mujer, que reveló cifras alarmantes: 43.600 mujeres y niñas fueron asesinadas por un miembro de su familia o compañero sentimental en todo el mundo solo en 2012. En ese mismo año, 11.133 personas fueron asesinadas por terrorismo. La violencia contra mujeres y niñas está muy presente en la sociedad tal como la conocemos, y aun así los gobiernos locales no la tratan como una crisis que tenga que resolverse con urgencia, como hacen con el terrorismo.

     A pesar de los avances conseguidos por el feminismo a nivel global, ciertas actitudes aún  no han cambiado, la violencia y la discriminación contra las niñas y mujeres continúa, y la legislación en favor de los derechos de las mujeres y niñas todavía sigue en discusión y en riesgo. El Protocolo del Estatuto Africano de los Derechos Humanos (más conocido como el Protocolo Maputo), por ejemplo, es un tratado vinculante para todos los países que lo firman, y aun así, cuenta con la oposición de muchos líderes católicos y africanos porque apoya los derechos reproductivos de las mujeres. La Mutilación Genital Femenina se declaró ilegal en Egipto en el año 2008, pero se sigue practicando en comunidades cristianas y musulmanas. Y, aunque la prostitución ha sido reconocida como violencia contra la mujer por instituciones como La Fiscalía del Estado del Reino Unido, y por políticos como el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau  , muchos partidos (incluido el propio Partido Liberal de Trudeau) y ONGs (entre ellas, Amnistía Internacional), siguen impulsando la legalización de burdeles, del proxenetismo y la compra de sexo, y tratando de derogar la legislación feminista (como el modelo nórdico) allá donde existe.
     Asimismo, en todo el mundo el aborto sigue siendo un tema controvertido. Las leyes que han dado a las mujeres autonomía sobre sus propios cuerpos y su salud, están en riesgo de ser anuladas en varios estados americanos, entre los que se encuentran Oklahoma, Texas, Michigan, Indiana y Carolina del Sur. Polonia, un país que cuenta con las leyesobre el aborto más restrictivas de Europa, acaba de aprobar un proyecto de ley que incluye aún más restricciones. Todavía hay muchos países que no aprueban el aborto en ninguna circunstancia. La República Dominicana no permite el aborto ni siquiera en los casos en los que la vida de la mujer esté en peligro. En 2012, a una niña de 16 años embarazada de 3 semanas  se le negó el tratamiento para la leucemia por peligro de aborto. En El Salvador, si una embarazada aborta, puede ser acusada de homicidio con agravante y condenada a una pena de hasta 40 años de prisión. Los líderes políticos y religiososiguen poniendo los derechos de los no nacidos por delante de los de las mujeres, quienes, bajo estas circunstancias, siguen siendo solo gestantes, no seres humanos. 
     La Comisión de la Convención Europea sobre la prevención de la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, conocida también como la convención de Estambul, es "el primer instrumento legal vinculante en Europa para prevenir la violencia de género, proteger a las víctimas de violencia y castigar a los agresores" y el primer tratado internacional que define el "género" como los "rolesociales, comportamientos, actividades, y características que una sociedad en particular consideran apropiadas para las mujeres y los hombres.  A pesar de que la Convención es una forma efectiva de coordinar políticas y medidas que combaten la violencia contra la mujer en todos los países europeos, cuando se aprobó el acuerdo a primeros de este año, un buen número de grupos del gobierno y religiosose opusieron a él. Bulgaria y Eslovaquia votaron en contra de ratificarlo, justificándose en que amenazaba la estructura de la familia tradicional y los roles de género.
    Puede parecer raro que, en estos tiemposupuestamente modernos, las leyes encargadas de proteger las vidas y la seguridad de mujeres y niñas aún se estén debatiendo. Pero esta sociedad tal como la conocemos está arraigada en siglos de subordinación de las mujeres, una subordinación que sigue apuntalando el status, privilegio y poder masculinos.
     En los códigos legales más antiguos que se conocen (los conos de Enmetena y Urukagina de 2400 A.C), podemos ver que la violencia contra las mujeres ya estaba institucionalizada. Un edicto de esos conos dice "si una mujer habla cuando no esu turno, se le romperán los dientes con un ladrillo". Más tarde, en 1700 A.C., el ejemplar más completo que se conserva del Código de Hammurabi, demuestra el poder que se le daba a los hombresobre los cuerpos de las mujeres. 
     Los matrimonios eran concertados por los padres porque, como está claro quién es la madre de un bebé pero no el padre, había severas restriccionesobre la sexualidad femenina. Las mujeres tenían estatusocial solo cuando tenían relación con un hombre, y a menudo eran sacrificadas en un altar para honrar a sus familias.
 En esta cultura patriarcal tan antigua, loseres humanos nacen con un rol predeterminado según su sexo, mientrase asume que los hombreson "masculinos" (dominantes, racionales y agresivos, por ejemplo), las mujeres tienen que ser "femeninas" (cuidadosas, pasivas y emocionales, por ejemplo). Intentar salirse de estos roles (a los que comúnmente se los denomina "de género"), desequilibra el "balance natural" que la sociedad cree que debería haber entre hombres y mujeres, aunque este "balance" se manifiesta de formas muy dañinas.
    La violencia doméstica es un ejemplo relevante. El mayor factor de riesgo para convertirte en víctima de violencia doméstica, sin duda, es nacer mujer. Este tipo de violencia se presenta en forma de abuso emocional, psicológico, físico, sexual y económico, y a menudo, cuando la víctima trata de interrrumpir una relación abusiva es cuando el hombre toma represalias. Es habitual que el asesinato sea el último paso en este tipo de relación. En EEUU, tres mujeres cada día son asesinadas por sus parejas o maridos, y en Europa son 50 asesinadas a la semana por el mismo motivo. Más del 70 por ciento de estos asesinatosuceden cuando la mujer deja al agresor. En la mitad de los asesinatos de género perpetrados por un hombre en Australia, este ocurre dentro de los tres mesesiguientes a la finalización de la relación. 
   Quizá sea debido a los avances en la consecución de derechos para las mujeres de las últimas décadas que haya aumentado la cultura de la violencia contra las mujeres y su sexualización, desde en la música y videojuegos hasta en la publicidad en los medios. Hoy, a las mujerese nos dice que ser un reclamo sexual en los medios es empoderante, según las feministas liberales. Aceptar la cosificación y pornificación del cuerpo femenino supone un punto progresista y moderno en la sociedad liberal.
   Este año, en los British Awards, Playboy fue galardonada en la categoría de marketing por haber sacado en portada a un transgénero. La reina Isabel II concedió el título de dama de la reina a Catherine Healy, miembro fundadora del Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda, que se dedica a apoyar la despenalización del proxenetismo y la compra de sexo. En la serie documental Hot Girls Wanted un grupo de jóveneson entrevistadas acerca de sus experiencias en la industria. Ven la pornografía como una oportunidad de ganar dinero y hacerse famosas. Esta visión distorsionada de la sexualidad se está normalizando como educación sexual moderna.
     Las industrias de la moda y la música han acogido la corriente del porno y, consecuentemente, la normalización del mismo en nuestras vidas, del mismo modo que la industria de los videojuegosigue creando juegos que cosifican a la mujer y perpetúan la cultura de la violación.
     Hemos normalizado y aceptado la violencia contra las mujeres y niñas desde hace siglos y ahora está mucho más que arraigada en nuestra cultura y nuestra sociedad. A pesar de los avances que hemos conseguido, las institucionesiguen las normas culturales y sociales, justificando a los agresores o rechazando hacerlos responsables. Aunque las leyes contra el acoso sexual conseguidas por el feminismo en su segunda ola hayan aumentado, las mujeres de distitas industriasiguen siendo acosadas y agredidas a manos de hombres, algo que se ha evidenciado en el HT #MeToo.      
We have normalized and accepted violence against women and girls for centuries now, and it is very much ingrained in our culture and society. While advancements have been made, institutions continue to follow familiar social and cultural norms, justifying the actions of perpetrators, and refusing to hold them accountable. Despite anti-sexual harassment laws won by feminists during the second wave, for example, women in various industries have continued to experience harassment and assault at the hands of men, all evidenced too clearly via the #MeToo movement. And while words like “rape culture” and “victim blaming” are now commonplace, we still see men blaming women and girls for their own victimization.

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