EL PROBLEMA CON LO DE "TRANSFOBIA"

Ponerle a cualquiera que vea la realidad material la etiqueta de tránsfobo, no ayuda a nadie.


     "Nos entristece enormemente haber descubierto que Martina Navratilova es tránsfoba", tuiteó @TransActualUK. Esta fue su respuesta a las declaraciones de la legendaria tenista, que dijo que permitir a los hombres que se identifiquen como "transmujeres" competir contra mujeres es engañar.


      Martina habló para The Sunday Timesobre el acoso que recibió tras las citadas declaraciones.
"No puedes autoproclamarte mujer y, automáticamente, poder competir contra otras mujeres. Deben existir ciertas normas, y tener pene y competir como mujer, no encajaría en esas normas".
     Concretamente, el acoso vino del ciclista identificado como transmujer, Rachel McKinnon, que ganó el campeonato mundial de ciclismo Masters Track de Los Ángeles el pasado octubre, en la categoría de mujeres de 35 a 44 años. Navratilova apunta que, "midiendo casi 1,90m y con un peso de 90 kilos, parece tener cierta ventaja, por su masa muscular, sobre sus rivales".
     La diferencia entre los cuerpos masculinos y los femeninoson obvias para la mayoría de la gente. Indudablemente, hay un motivo por el que hombres y mujeres compiten en distintas categorías en el deporte. Aun así, una pequeñísima minoría de activistas han presionado a los que mandan para que lesigan el absurdo juego de que se categorice por ideología de género, y que cada uno pueda cambiar de sexo según se autodeclare.
     Como respuesta a ese tuit, Navratilova dice que McKinnon "me acusó de tránsfoba y me exigió que borrara mi tuit y pidiera disculpas". En otras palabras, decir lo evidente eser tránsfoba, y quienes no sucumben ante el acoso al que son sometidas, reciben, automáticamente, la etiqueta de acosadoras. Bienvenidas al futuro.
    Como viene siendo habitual cuando alguien se atreve a cuestionar la tontería posmoderna que ahora se hace pasar por política, a Navratilova le dijeron que "estudie" (cuando, en realidad, lo que quieren decirle es "obedece y calla").
      A pesar de que, casi seguro que Navratilova sabe lo que es un cuerpo de mujer, y que, casi seguro también, es experta en mujeres deportistas, prometió "no hablar más del asunto hasta investigarlo en profundidad".
     Y así lo hizo. Y llegó a la conclusión de que, después de investigar, "si acaso, mi opinión se ha reforzado más aún". Martina está convencida de que si un hombre, para declararse mujer, "toma las hormonas que su disciplina deportiva requiera, gana todo lo que quiera ganar, incluso llegue a ganar una pequeña fortuna, y luego decide cambiar de opinión y volver a engendrar bebés, si es lo que quiere, es una locura y un fraude".
   Navratilova se ofrece, amablemente, a "dirigirme a una transmujer con el pronombre que ella prefiera" pero que no está conforme con tener que competir contra ella, porque "no sería justo". Y, a pesar de todo, siguen llamándola tránsfoba.
    Y, justo ahí, en el uso que se le está dando en la actualidad, es donde reside la ridiculez del concepto de transfobia. Los transactivistas no utilizan la palabra con el significado de "odio o miedo irracional". Lo utilizan para describir a cualquiera que no sigue su rollo, que no habla como ellos quieren sin cuestionarlos, lo que, en esencia, es casi cualquiera que tenga ojos para ver la realidad.
    En base a esto, los hombres heterosexuales que no se sienten atraídos por otros hombres, y las lesbianas que no quieren salir ni acostarse con hombres, son acusados de tener alguna extraña fobia, en lugar de entender que tienen cierta orientación sexual. Esta idea, que viene a decir que "los hombreson mujeres en el momento que digan que lo son", también es dañina para la gente transgénero, porque lo que se les está vendiendo es un mundo de decepciones.
     En Broadly, un hombre que se identifica como transmujer, llamada Sessi Kuwabara Blanchard, se embarca en una cruzada para averiguar por qué sus amigos hombres no quieren acostarse con él. "Los tíos que me gustan no quieren follar conmigo porque son hetero". Blanchard dice que esto es transfobia, y se pregunta por qué la mayoría de "cis no se acostarían con trans" como si el problema fuera lo de ser trans, y no una cuestión de sexo biológico, que es lo que la gente percibe, a veces inconscientemente, te guste o no. Blanchard quiere que los hombres a los que solo les gustan las mujerese acuesten con él, y se siente herido y rechazado cuando sus amigos le explican claramente algo que casi todos entendemos cuando nos dicen cosas como:
No entiendo cómo funcionan mis atracciones... creo que hay algunas características por las que me siento atraído... y tú no tienes algunas de ellas.
     Otro amigo de Blanchard es menos específico, obviamente porque no quiere herir susentimientos. "Alex me ha dicho que no es algo concreto que pueda nombrar, que puede decirme algunas cosas que se le vienen  a la cabeza, pero que tampoco son el motivo por el que no se liaría conmigo". A pesar de haber descrito con anterioridad la inclinación de la gente a tener relacionesegún su orientación sexual como transfobia, Blanchard parece creer que el deseo no es algo políticamente correcto, y explica que "la idea de que no desear a una transmujer es tránsfoba, confunde el deseo con la racionalidad". Aun así, le todavía le cuesta entender por qué otros hombres no quieren acostarse con él. Me parece muy triste, la verdad, porque no me puedo imaginar cuánta gente que ha cambiado de género, según esta nueva moda, y a la que le han dicho que será aceptada con el sexo que haya elegido, se sentirán heridos y decepcionados al ver que la realidad material del sexo biológico existe, sin importar cuántas veces nos repitan (robóticamente) "las transmujereson mujeres".
     Es una mentira cruel, por distintos motivos. Los transactivistas intentan solventarla por medio de acoso agresivo e intentos de silenciar a quienes cuestionan la validez y la intención de su narrativa.
     Por suerte, Navratilova lo reconoce:
Condeno lo que parece ser una tendencia creciente entre los transactivistas de denunciar a cualquiera que discute con ellos y etiquetarlos de tránsfobos. Es otra forma de tiranía. Yo sy relativamente fuerte, y fui capaz de defenderme a mí misma en la discusión con McKinnon, pero me preocupa que otrase acobarden y callen, o acaben sometidas.
     Aún está por ver que los transactivistas y sus aliados en el poder consigan silenciarnos. Depende de nosotraseguir diciendo la verdad, como ha hecho Martina Navratilova, sin importar las consecuencias. La mentira de los transactivistas no ayuda a nadie, ni siquiera a la gente trans.

Traductora: Marina Liñán

Escrito por Meghan Murphy, y publicado en Feminist Current el 17 de febrero de 2019
https://www.feministcurrent.com/2019/02/17/the-trouble-with-transphobia/

Comentarios

Entradas populares de este blog

UNA ADICCIÓN FATAL: LA ÚLTIMA ENTREVISTA DE TED BUNDY

10 FAMOSAS EXESTRELLAS DEL PORNO REVELAN LA CRUDA REALIDAD TRAS SUS ESCENAS MÁS CONOCIDAS

UNA EXACTRIZ PORNO CUENTA DETALLES DE LA INDUSTRIA (I)