CARTA ABIERTA A LA IZQUIERDA POLÍTICA SOBRE SU SILENCIO

      No puedo recordar las palabras exactas, quién o cuándo lo dijo, pero el mensaje fue: el valor no es la falta de miedo, sino hacer algo incluso cuando estás asustado. Escribo sobre una respuesta violenta que estoy casi segura que va a ocurrir. Pero he llegado a un punto en el que ya no puedo seguir callada, y necesito reunir todo el valor que pueda para hacer lo que debo, cueste lo que cueste.
     La pasada semana una mujer a la que, orgullosamente, llamo hermana aliada, Yuly Chan, fue boicoteada por un grupo de individuos que se nombraron a sí mismos los jueces de las ideas y el discurso correcto. Dijeron que han era violenta y divulgaba odio, y que sus opiniones políticas eran demasiado peligrosas para expresarlas en un acto público, así que exigieron eliminar su nombre de la lista de hablantes en la conferencia Vancouver Crossroads. Chan había sido invitada a la conferencia por los propios organizadores, el Vancouver District and Labour Council (VLDC), the Canadian Union of Public Employees (CUPE), y Organize BC para hablar como portavoz del grupo The Chinatown Action Group. Este grupo está organizado para mejorar la vida de la gente con rentas más bajas de Chinatown en Vancouver, muchos de los cualeson ancianos. En esta conferencia, ella iba a hablar del importante trabajo de este grupo.
     Un grupo de reciente formación, llamado Coalition Against Trans Antagonism (CATA) escribió  una carta a los organizadores, que incluía un enlace a la web de CATA, con evidencias documentadas de que Chan era una amenaza para la seguridad pública. Aunque Chan no estaba programada para hablar sobre género o prostitución, miembros de BC le preguntaron precisamente por estos temas, y finalmente se negaron a seguir adelante con la charla si ella seguía en la misma. En lugar de condenar las tácticas poco éticas y el comportamiento de CATA, intentando silenciar a Chan y tachándola de opresora y fomentadora de odio, los organizadores cancelaron la charla, enviando un mensaje diciendo que no necesitaban un escenario desde el que asegurarse que se escucharan las necesidades de los habitantes de Chinatown. Como resultado de este boicot, el Chinatown Action Group se quedó fuera, junto a su representante.
     CATA también exigió que los organizadores de la conferencia pidieran disculpas por invitar a Chan. También demandaron que se apruebe un reglamento dirigido y supervisado únicamente por "mujeres trans y trabajadoras sexuales" para prohibir a "cualquiera que promueva cualquier tipo de opresión, supremacía o ideología fascista, que no se le ofrezca plataforma alguna en futuros eventos de VDLC, CUPE o BC". Pero ¿quién decide qué ideologías son "opresoras, supremacistas y fascistas"? ¿Y por qué, en los círculos académicos, se han vuelto comunes y aceptables las caza de brujas para depurar "la comunidad" (que está formada ¿por quién?) de ciertas opiniones políticas que no están basadas en el odio ni la violencia, sino en un análisis radical del feminismo (con "radical" nos referimos a "de raíz")?
     Chan, y muchas otras que critican y cuestionan los sistemas de poder, están siendo perseguidas y acosadas por su ideología política feminista. No están siendo silenciados los opresores violentos, los supremacistas ni los fascistas, ni se están boicoteando sus actos, sino los de las feministas. Hay límites, por supuesto, a lo que llamamos "libertad de expresión", pero a lo que me estoy refiriendo es, específicamente, al discurso contra las activistas y académicas de la izquierda.
     Organize BC pidieron disculpas, en privado y en público, a CATA,  por invitar a Chan a hablar en la conferencia. Yo no pienso pedir disculpas por apoyar a Chan y a The Chinatown Action Group, y a toda la gente que ha sido boicoteada, amenazada, intimidada, acosada e incluso golpeada por sus opiniones políticas.
     ¿Cuál es el crimen de Chan? Tener un análisis político y compartirlo. La acusan de promover la ideología TERF/SWERF. SWERF significa "feminista radical excluyente de trabajadoras sexuales", y TERF significa "feminista radical excluyente de transexuales". Estos términos se usan como insulto contra las feministas radicales, o contra las que hacen una análisis de clase sobre el género y la prostitución. A las SWERFs y las TERFs las acusan de odiar, oprimir, dañar, y a veces de matar a mujeres trans y trabajadoras sexuales, a pesar de que no se conocen casos de ninguna feminista que se haya visto envuelta en prácticas de este tipo.
     Opino que la prostitución es una forma de violencia machista que debería ser abolida. También opino que el género es un constructo social, y que la jerarquía que afecta y daña a las mujeres debería dejar de existir. Hoy día, decir esto ya es suficiente para tacharme de violenta, llena de odio, supremacista, fascista, y para destruir mi reputación, mi sustento, mi potencial académico o mis oportunidades de empleo ahora y en el futuro. Ya me han descartado para algunos trabajos por mi análisis sobre la prostitución, me han pedido que abandone conferencias, me han pedido que no hable de prostitución cuando he dado alguna charla sobre mis investigaciones sobre indígenas, incluso me han amenazado con llamar a la policía. Me han intimidado y acosado solo por estas ideas, no por mi comportamiento. Estos son solo ejemplos de actuaciones violentas que yo, y otras mujeres, hemos sufrido solo por dar nuestra opinión. No estamos hablando solo de boicotear sus charlas, sino también de amenazas y actos violentos. Para muchos, esto puede resultar increíble o exagerado. Ojalá fuera así. Ojalá estuviera exagerando. Por desgracia, esta es la realidad que se vive en el activismo y círculos académicos en Canadá y en todas partes.
     Hablando de la academia, en 2016 fui acusada públicamente de ser una opresora SWERF y TERF por un exempleado del Centro de Defensa de Género de la Universidad de Concordia, donde estudio. Es la primera vez que hago público este incidente, he tenido miedo de hablar de ello desde que me ocurrió. Aunque este individuo ya no trabaja en el Centro de Defensa de Género, y se ha convertido en el presidente de la Federación de Mujeres de Québec (FFQ), este asunto no se ha resuelto. En el post que había publicado este hombre, me acusaba de oprimir a las trabajadoras sexuales, de ser tránsfoba, etiquetó en el post a los fundadores de la Universidad, me atribuyó una frase que yo jamás había dicho, y mucha gente empezó a buscar evidencias de mi intolerancia. Una persona, a la que estoy agradecida, intentó defenderme públicamente de todas las acusaciones, pero no fue escuchada. Algunos miembros de la facultad estaban preocupados por el hecho de que un empleado de una organización de apoyo a estudiantes estuviera haciendo este tipo de alegaciones públicas sobre una estudiante, y alertaron a ciertos cargos directivos de la universidad, pero no recibieron respuesta. Nadie me ha contactado para pedir disculpas por el acoso del que fui víctima, o para hablarme de lo que les preocupaba sobre mis ideas políticas, lo que me llevó a pensar que toda esta hostilidad la recibía no solo de un empleado, sino de todo el Centro de Defensa de Género como organización. Exploré distintas opciones para ponerme en contacto con el individuo, o con el Centro, pero no encontré forma de hacerlo formalmente. Intenté pedir apoyo en la Universidad, pero aquellos a los que se lo solicité rechazaron hablar públicamente del comportamiento del individuo o del Centro.
     Independientemente de las ideas políticas de cualquiera, este comportamiento es inaceptable. No es correcto mentir sobre alguien solo para someterlo a una persecución política por estar en desacuerdo con ella. Es importante decir que el Centro alberga la sede de Missing Justice, un grupo solidario con los indígenas que organiza anualmente en Montreal una marcha para recordar a las niñas y mujeres indígenas asesinadas o desaparecidas. Como mujer indígena que soy, aunque llevaba tiempo apartada de Missing Justice, hace unos años, uno de los organizadores de la marcha, no indígena, me mandó callar e incluso, literalmente, me quitó el megáfono de las manos, a pesar de que había sido invitada a hablar por un conferenciante indígena. Mi delito fue hacer un análisis crítico descolonizador y feminista de la prostitución, y ponerme en contra de los hombres que pagaban por tener sexo con mujeres y niñas indígenas. En otras palabras, mi delito fue tener una opinión política diferente a la de los organizadores. En lugar de intentar silenciar a una mujer indígena en un evento que, supuestamente, era para nosotras, habría sido mejor reconocer públicamente que mi charla no reflejaba la política de la organización, y animar a quienes acudieran a escucharme a que aprendieran más sobre el tema.
     Aunque esto ocurrió hace muchos años y el acoso sufrido en Concordia fue hace dos, aún  tiene mucho impacto en mi vida como estudiante, de distintas formas. El mensaje que entendí por la inacción del Centro fue que es totalmente aceptable intentar silenciar a quieneson críticas con la prostitución. Ese mismo mensaje lo sigo recibiendo hoy en día. Tengo miedo de hacer públicas estas experiencias. El simple hecho de que me dé tanto miedo hablar de ellas, dice mucho del clima que se vive en el activismo y la academia en la actualidad.
     Estos incidenteson más grandes que Yuli Chan y que yo misma. Le ha seguido ocurriendo lo mismo a mujeres que hacen análisis radical de la prostitución y del género. Han lanzado campañas contra nosotras para silenciarnos, destruir nuestra reputación, tacharnos de violentas, llenas de odio y opresoras fascistas. Una mujer de 61 años fue atacada físicamente por un hombre que se identificaba como mujer, por el simple hecho de asistir a una conferencia sobre legislación de género en Inglaterra.
      Independientemente de tu perspectiva sobre género o prostitución, tienes derecho a que te escuchen. Esto implica que puede que no esté de acuerdo con tus ideas, o tú con las mías, pero tienes derecho a hacer tu propio análisis político y compartirlo públicamente, igual que yo. Amenazar a mujeres (por ejemplo, tuitear que las TERFs deberían ser violadas o asesinadas), destruir la reputación de las mujeres, y comprometer el sueldo o forma de ganarse la vida de las mujeres es un comportamiento totalmente inaceptable. Así no se construyen ni se mantienen las relaciones, y las relaciones políticas con aliadoson realmente importantes, pero también lo son las relaciones con los adversarios. Estas últimason mucho más difíciles de manejar, pero mantener una buena relación implica necesariamente ser respetuoso con aquellos que no te gusten o con quienes no estés de acuerdo. Y ser respetuoso puede significar que estés en desacuerdo con vehemencia, que te opongas a ciertas ideas o comportamientos, incluso que puedas expresar tu ira o frustración, pero siempre reconociendo la humanidad de la persona con la que no estás de acuerdo. SWERF y TERF son categorías inventadas para clasificar a las mujeres, no describen la ideología política de nadie, y desde luego, no la ideología feminista. Estos términos nos arrebatan a las mujeres la posibilidad de denominarnos a nosotras mismas, de describir nuestras posiciones políticas, una situación que es demasiado habitual entre las mujeres indígenas.
   Estar en desacuerdo no es violencia, y me preocupa el impacto de la palabra "violencia", que ha sido redefinida para significar casi cualquier cosa, o para que pierda su significado. Que alguien te ofenda no significa devolvérselo con violencia. Existen discursos que llaman a la violencia, claro, pero ser crítica con la prostitución o con la ideología de género no es llamar a la violencia. Más aún, es un análisis legítimo que critica un sistema que nos afecta a todos. Ciertas palabras e imágenes pueden contribuir culturalmente a devaluar ciertos actos violentos, y, por algún  motivo, a avivar, normalizar o aceptar pasivamente otros, pero decir que una frase que otros encuentran ofensiva o que se diferencie de tu análisis político incita a la violencia es totalmente erróneo, y lo único que pretende esilenciar a aquellas feministas que tenemos opiniones críticas. Este nuevo significado de la palabra "violencia" también tiene impacto sobre aquellas mujeres que experimentan cualquier tipo de violencia machista, violación, ataque físico, asesinato o maltrato emocional, por nombrar unos pocos.
     El nombre de la conferencia a la que me refería al principio, "Encrucijada", habla a nuestra propia cultura, que silencia a las mujeres consideradas peligrosas. Estamos en una encrucijada: podemos elegir entre dialogar, estar en desacuerdo de forma respetuosa y trabajar para escuchar a todos aquellos que se vean afectados por cualquier cuestión, incluso si su postura política no está bien vista, o podemos elegir dejar que unos pocos decidan qué opiniones políticas radicales son peligrosas, permitirles dictar hasta qué punto la gente puede estar de acuerdo con esas ideas, y luego silenciar, amenazar, intimidar e intentar dañar a quien no está de acuerdo con sus políticas.
  No hacer nada ya no es una opción. Seguir en silencio solo le da más poder a aquellos que quieren silenciar a las mujeres cuyas políticas difieren de lasuyas. 
    Apoyo a Yuli Chan y a The Chinatown Action Group, y a todas las mujeres que se atreven a hacer públicasus opinionesobre el género y la prostitución. Estoy orgullosa de ser considerada una mujer peligrosa, pues trato de ser tan peligrosa como puedo para el patriarcado. Como mujeres, se nos ha enseñado a tolerar y aceptar el patriarcado, el racismo, el capitalismo y la colonización.
    A menudo, los activistas y académicos que presumen de trabajar por la justicia, eligen ponerse de parte de los individuos que utilizan tácticas de bullying para silenciar a las mujeres con las que no están de acuerdo con ellos. Una estrategia basada en reconocer la humanidad del otro implicaría debatir y rebatir, apasionada pero respetuosamente, en eventos públicos, u organizar un evento para presentar determinado análisis político y permitir la discusión y defensa públicas del mismo. El hecho de no dejar hablar a las mujeres consideradas peligrosas por tener pensamientos propios y compartirlos, no es la forma de tratarnos cuando nos consideramos iguales.
     Animo a todas esas mujeres peligrosas y aliados a manifestarse en contra de que boicoteen o asalten a aquellas mujeres que expresamos nuestras opiniones feministas radicales.

Traductora: Marina Liñán

Escrito por Cherry Smiley y publicado el 5 de mayo de 2018 en Feminist Current
https://www.feministcurrent.com/2018/05/05/open-letter-left-regarding-silence/
     

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