EL SILENCIAMIENTO DE LAS LESBIANAS

     Hasta yo me sorprendo de estar escribiendo esto, un artículo sobre lesbianas. Lo hago porque últimamente muchas de ellase sienten las víctimas del fracaso político. Sienten que la gente, organizaciones, y las instituciones que, supuestamente, hablan por ellas y sus intereses, no lo están haciendo. Un sistema político que, en teoría, representa los intereses de todos, en realidad no está haciendo nada por las mujeres de las que hablo en este artículo. Estamos hablando, por supuesto, del tema del género y el debate alrededor del género y el sexo. 
     Mucha de la gente que tiene dudasobre las leyes que conciernen el transgénero son lesbianas. Hay diferentes motivos por los que pueden estar preocupadas, pero voy a empezar por lo básico y hablar de penes. Hay quien cree que el hecho de que se discutan los genitales en el debate sobre género es lascivo y obsceno. Para ser sincero, no le doy mucha importancia. Pero cuando hablamos de sexo, gustosexuales y relaciones, es imposible tener una conversación lógica sin tocar el tema, así que: penes.
     Algunas mujeres trans tienen pene. No es fácil saber cuántas, ya que, para mayoría de aspectos de este debate, hay gran escasez de datos empíricos, y es posible, según la ley (en Inglaterra) que una persona que ha nacido macho sea reconocido como hembra sin necesidad de pasar por ninguna cirugía.
     Por eso, mucha gente dice que, en tanto que la proporción de mujeres trans aumenta, el número de ellas que pasa por una cirugía disminuye, y vivir como mujer pero conservando los genitales masculinos es cada vez más común, e incluso se está convirtiendo en norma (hay un aspecto generacional en esto: algunas mujeres trans mayores que se han sometido a cirugía se definen como transexuales, y consideran que este es un prerrequisito esencial para vivir como una mujer y ser reconocida como tal; muchos jóvenes no creen lo mismo).
     Bueno, a  lo que vamos: algunas mujeres trans tienen pene, y no tienen intención de librarse de él. Alguna de estas mujerese llaman a sí mismas lesbianas, porque se sienten atraídas por mujeres. No voy a hacer ningún comentario más allá de informar de que esto supone un problema para aquellas lesbianas que nacieron mujeres y no se sienten atraídas por la gente con pene, y que no quieren tener sexo con esa gente. ¿Es esto razonable? ¿Es respetable reivindicar que tu preferencia sexual, y por tanto, tu elección de compañera sexual, depende, al menos en parte, de los genitales de la misma? Algunas transgénero creen que no. Lo que intentan inculcar es que las lesbianas nacidas mujeres que no quieren acostarse con una mujer trans que tiene pene, son tránsfobas. Algunas expresan dicho argumento de forma muy ruda.
     Muchas lesbianase sienten incómodas, por decirlo suavemente, con este razonamiento. Lucy Masoud, una bombera y sindicalista londinense, dice que "las transgénero están intimidando a las lesbianas para obligarlas a tener sexo con quien no quieren (...) tengo que defenderme todos los días de la etiqueta de tránsfoba por no querer acostarme con alguien que tiene pene".
  Para resumir: las lesbianas, que se sienten atraídas por personas con genitales femeninos, dicen sentirse obligadas, a veces de forma agresiva, a incluir en su abanico de parejasexuales a gente que tenga genitales masculinos. Y si se les ocurre alzar la voz para oponerse, las llaman intolerantes o tránsfobas.
   Hay palabras para describir a esas personas con pene que insisten en que las mujeres que no quieren tocar un pene deberían, de hecho, tocar penes, y las presionan para que lo hagan. Pero no voy a usar esas palabras, porque este artículo no va de eso. Lo único que puedo decir es que este comportamiento me parece algo que no se puede pasar por alto.
   Y sí, a menudo las actuaciones injustas contra las lesbianas no son tenidas en cuenta, porque como somos una sociedad encantadora, moderna y progresista, aún tienen problemas para ser escuchadas o incluso vistas, especialmente en actos públicos. De acuerdo con los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadística (que, muy posiblemente, estén por debajo de los datos reales) casi una de cada 50 mujerese definen como lesbianas, lo que quiere decir que en Gran Bretaña hay más de medio millón. No creo que nadie piense, de verdad, que esta población está reflejada fielmente en, digamos, el Parlamento o en los medios. Por esto, precisamente, tenemos instituciones y organizaciones que hablan por las lesbianas. Algunas buscan conseguir que se las acepte. Luego están las estrategias como los Premios LGTB, un evento organizado anualmente en un hotel de Londres que consigue publicidad y esponsorización de bancos, firmas legales, compañías aéreas y, este año, incluso del servicio de inteligencia. 
     En los premios de la semana pasada (y os juro que no me lo invento), una de las organizaciones homenajeó a Playboy por su apoyo a la agenda LGTB. El motivo que dieron para ello fue que Playboy, recientemente, sacó por primera vez en portada a una mujer transgénero (alguien que nació hombre). Para algunas lesbianas, homenajear a Playboy es demasiado, puesto que, como parte de la industria pornográfica, vende imágenesexualizadas de lesbianas para entretenimiento de los hombres. Y que los Premios LGTB hayan decidido que el hecho de que Playboy abrace el mundo transgénero es más importante que la preocupación de las lesbianasobre dicha revista ya dice mucho. Algunas lesbianas creen que las organizaciones e instituciones que tienen que luchar por ellas, se están centrado solo en luchar por las mujeres trans. 
     Esto me recuerda a Stonewall, la principal ONG británica sobre los derechos LGTB. Está dirigida por Ruth Hunt, una lesbiana que dice que su organización representa fielmente a las lesbianas. Piensa que algunas personas, entre ellas periodistas, que hablan de los intereses de las lesbianas en el contexto de género, simplemente las están utilizando para promover la transfobia. Me alegra poder hablar de la posición de Ruth, del mismo modo que me alegra saber que hay lesbianas que apoyan a Stonewallsu trabajo por los derechos de las transgénero. Me atrevo a decir que no hay una sola opinión en la comunidad lesbiana, sino mucha gente distinta con distintas opiniones. Pero debo destacar que, dentro de ese grupo de gente que son las lesbianas, muchas no creen que Stonewall esté haciendo todo lo posible por representarlas. Algunas de las que critican a la asociación se están organizando para luchar contra las nuevas leyes de género (y se enfrentan sistemáticamente a  protestas, acusaciones de intolerancia o incluso de odio). Algunas usan las redesociales y otras plataformas para expresar sus preocupacionesobre las consecuencias de que las organizaciones intenten representar al mismo tiempo a un grupo que se define por sus preferenciasexuales y otro que se define por identidad de género. Defienden que, simplemente, LGB y T no pueden incluirse en el mismo grupo porque tienen distintos intereses. Algunas opinan que grupos como Stonewall están priorizando los intereses de las mujeres trans por delante de los de las lesbianas nacidas mujeres.
     Kathleen Stock, una filósifa académica que ha escrito sobre lo difícil que es analizar y cuestionar el transgénero, incluso dentro de la academia, dice:
La presencia de transgénero y los grupos queer en LGTB es controversial. Mi opinión, para lo que pueda servir, es que debería haber un movimiento político distinto para la gente transgénero, que no se defina por las preferenciasexuales. Son dos categorías distintas. La visibilización desproporcionada de los transgénero, en especial las mujeres trans, en el movimiento LGTB, está captando la atención, de manera misógina, y desviándola de los problemas de las lesbianas y bisexuales.
     Muchas de las lesbianas que no están de acuerdo con la visión de los transgénero, creen que se basa en una idea cultural muy amplia de lo que es la masculinidad y la feminidad. Su argumento (que merece la pena ser explorado) es que las ideasobre lo que deberían hacer, y, especialmente, cómo deberían lucir, hombres y mujeres, son cada vez más estrictas, lo que implica que quienes no encajen en el estereotipo sienten que no pertenecen a su género. Así que, para las mujeres, según esta teoría, la idea de feminidad, promovida por una incansable y violenta campaña online, es de color rosita princesa, y le encanta el pelo largo y brillante. Muchas de las lesbianas que cuestionan esta teoría cuentan que, de niñas y adolescentes, nunca se conformaron con el estereotipo de princesita, y que preferían ropa y juegos relacionados con niños. Si en aquel entonces la idea de cambiar de género hubiera estado a la orden del día, como ahora, habrían llegado a pensar que tenían esencia masculina y habrían acabado cambiando de género. Lucy Masoud lo cuenta:
Si hubiera nacido hoy, la mafia de la identidad de género me estaría haciendo tragar obstáculos para mi pubertad. Por suerte, mi padre musulmán y mi madre católica me dejaron crecer siendo una fabulosa lesbiana. 
     Algunas lesbianas opinan que aceptar el discurso transgénero significará en fin de las lesbianas tal como las entendemos hoy en día. 
   La semana que viene un grupo llamado Lesbian Rights Alliance llevará a cabo una charla en Londres titulada Transgénero y el borrado de las lesbianas. Pensad en el título por un momento. En la progresista, liberal y tolerante Londres, un grupo de lesbianase reúne para hablar de la preocupación que sienten porque ellas y otras como ellase estén enfrentando a ser "borradas" de la sociedad. Eso es lo que debería estar debatiéndose, independientemente del número de asistentes a la charla. 
     Entre las cuestiones a debatir se presentan lasiguientes:
¿Por qué muchas lesbianas jóvenese identifican como queer o trans? ¿Qué impacto tienen las fajas blindadoras, las hormonas y las intervenciones quirúrjicas en locuerpos completamente sanos de estas jóvenes?  ¿Qué papel juegan los colegios, el profesorado y los medios en esto? ¿Podría considerarse el transgénero una terapia de conversión para lesbianas?
     Todason preguntas válidas, y no como las que se están cuestionando en la actualidad, pero no respondidas, por la gente que debería responderlas. Hay grupos que se dedican a señalar el creciente número de adolescentes que se preguntan si deberían solicitar un cambio de género y ser reconocidas como hombres. Teniendo en cuenta los números, no es una preocupación sin importancia. La cantidad de adolescentes que busca tratamiento médico por cuestiones de género está aumentando extremadamente rápido, según datos recopilados por el Servicio de Desarrollo de Identidad de Género (GIDS), que es el centro del NHS (Seguridad Social) encargado de ayudar a niños y adolescentes con disforia y otros problemas relacionados con el género. 
     En 2009/2010 los casos contabilizados por el GIDS incluían a 40 chicas ("asignadas mujeres en su nacimiento"). En 2016/2017 el número aumentó hasta 1.400, lo que supone un aumento del 3.500 por ciento. Los datos demuestran que más de la mitad de chicas dicen sentirse atraídas por otras mujeres. No todas podrán acceder a un tratamiento hormonal o a cirugía para cambiar de género, muchase considerarán simplemente lesbianas. 
     Tal como informan en GIDS:
Vemos a muchos jóvenes que se identifican como trans durante cierto tiempo, antes de verse a sí mismos como gays o lesbianas.
(Un par de estudios que sugieren lo mismo aquí y aquí
   ¿Las chicas que, en otra circunstancia, crecerían siendo lesbianas, se sienten obligadas o presionadas para pensar que son transgénero? No tengo una respuesta concluyente, ni tampoco los expertos clínicos de este campo, por lo que sé. Creo que es una pregunta legítima, y que la gente que se lo pregunta (lesbianas o no) debería ser escuchada. No estoy seguro de que se las esté escuchando, pues hay mucha gente que está haciendo ruido sobre la transfobia, mientras que quienes deberían hablar están en silencio. Conozco a varios ministros que, en privado, reconocen y comparten las preocupaciones que he detallado en este artículo, pero ninguno quiere hablar en público.
      Quizá esto cambie algún día. Quizá los políticos me sorprendan y muestren voluntad en hacer su trabajo y dar voz a todas las partes de un debate difícil y complejo. Los ministros tendrán oportunidad de hacerlo mañana. Primero, Penny Mordaunt, la nueva ministra de Igualdad, hará sus primeras preguntas en la Cámara de los Comunes. Hay un debate en los escañosobre la homofobia, transfobia y bifobia. Ambasesiones darán pistasobre la disposición de los ministros y ministras para reconocer la complejidad del género y los intereses de las personas y grupos afectados. Quizá traten alguna de las cuestiones que he mencionado. Quizá.   
     Mientras tanto, un pensamiento final. Si has leído alguno de mis otros artículosobre este tema, espero que me perdones por llegar siempre a la misma conclusión. Voy a seguir diciendo lo mismo mientrasea necesario, y lo es. 
    Los transgénero sufren prejuicios y opresión. Como cualquier otro grupo, cuentan con gente buena y gente mala, santos y pecadores, aquellos que quieren gritar a los cuatro vientos y quienesolo quieren vivir tranquilos en paz. Como grupo, merecen algo mejor de la sociedad, las leyes y la política. Pero "algo mejor" no debería conseguirse a costa de otras que también merecen un trato mejor. Ni debería basarse en algo que no sea un debate abierto, completo y basado en hechos: las leyes y las convenciones acordadas desde un restringido espacio político serán como castillos de arena.
     Ahora mismo, el debate sobre ley y género no es un debate abierto, sobre todo porque en su prisa por hablar, los políticos, las asociaciones, los medios y la sociedad no tienen en cuenta los intereses de los demás. La política no está haciendo lo que debería en cuanto a los transgénero, y lo que debería hacer es escuchar, y apoyar, a las lesbianas.                   

Traductora: Marina Liñán

Artículo de James Kirkup, publicado en The Spectator 16 de mayo de 2018
https://blogs.spectator.co.uk/2018/05/the-silencing-of-the-lesbians/

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