¿DEJAR QUE LIMPIE OTRA TE ALIVIA? HACE SIGLOS QUE LOS HOMBRES LO SABEN

Algunos estudios demuestran que evitar hacer las tareas de la casa mejora tu bienestar, pero rara vez las mujeres tienen elección.

     Si quieres ser feliz, este es el truco: mándale tu sobrecarga de trabajo a otra persona. Contrata a una limpiadora. Haz que el supermercado te traiga la compra a casa. Lleva la ropa a una lavandería. Estos son los descubrimientos publicados por la Academia Nacional de Ciencias, pero también es la base de nuestra economía desde que esta existe. ¿Quién se libra de la sobrecarga? Los hombres ¿Quién tiene que hacer el trabajo de mierda? Las mujeres.
     Durante los últimos 40 años, el empleo femenino ha subido hasta casi alcanzar la tasa de empleo masculino, pero dentro del hogar el trabajo sigue empecinado en cumplir los viejos patrones: los hombres confiesan emplear ocho horas a la semana en las tareas de casa, mientras que las mujeres hacen 13. Y si hablamos de cuidar a los miembros de la familia, la deferencia se agudiza: los hombres dedican a estar labor 10 horas, y las mujeres 23.
     Para la mayoría de parejas heterosexuales con niños, esto significa que la mujer gasta 18 horas  más que el hombre en hacer la compra, lavar la ropa, poniendo los uniformes, yendo al colegio, poniendo el lavavajillas, organizando las citas médicas, yendo a reuniones de profesores, recogiendo, cocinando, solicitando créditos bancarios, asegurándose de que sus padres/suegros estén bien, frotando las cazuelas, fregando el suelo, quitando piojos, limpiando el polvo, do blando la ropa, etcétera, etcétera, (qué aburrido) etcétera.
     Si lo dividimos entre los dos, eso son nueve horas de trabajo no remunerado que el hombre se sienta en el sofá mientras la mujer trabaja. Tampoco es que los hombres no necesiten comer, o que no les dé asco cuando su pie descalzo se encuentra con un trozo de comida en el suelo de la cocina. Como señaló Katrine Marçal en Who cooked Adam Smith dinner?, la participación del hombre en el mercado laboral siempre ha dependido de tener una mujer detrás para satisfacer sus necesidades. Por lo que respecta a la mayoría de los hombres, el trabajo doméstico es cosa de otra persona.
      Y aunque uno de los autores del estudio expresó su sorpresa por la pequeñísima cantidad de gente que emplea parte de su dinero en servicios que les ahorrarían tiempo, considerando los notables efectos que esto tiene en la felicidad, seguramente tampoco sea tan raro. La mitad masculina de la población tiene la posibilidad de contratar a una esposa o novia que hará todo esto gratis, mientras que la otra mitad de la población, las mujeres, se exponen a que las juzguen por contratar a alguien. ¿Una limpiadora? ¿No deberías hacerlo tú en vez de contratar a alguien? El hecho de que los hombres deleguen el trabajo de la casa mucho más que las mujers apenas se nota. La suciedad, al parecer, es cosa de mujeres.
     Desde la infancia, las tareas de la casa son color rosa. Si miras en la web de Toys"R"Us, verás que puedes comprar una Mi Primera Cocina de Princesa Disney (fuxia, por supuesto), que es es una decepción total. Chúpate esa, Blancanieves: no puedes librarte de limpiar la casa, porque acaba de llegar tu príncipe. Si vas a la zona azul de la web, encontrarás el Taller de Trabajo Deluxe Como en Casa, y esta, precisamente, es la diferencia entre el trabajo masculino y el femenino. El trabajo masculino es productivo, hace algo, y ese algo tiene valor. El trabajo de la mujer se reproduce: un aseo limpio no se queda limpio, los platos sucios se apilan en el fregadero.
     La peor parte es el engaño de decir que las mujeres hacen ese trabajo porque quieren. Porque nuestra naturaleza dicta que hay cierta satisfación en limpiar el culo a alguien con la mano de una mujer que los hombres no entienden, y que el dinero no puede igualar. Esta invención se usa para justificar no solo que la mujer haga todo el trabajo en casa, sino también que los empresarios paguen menos por un trabajo que se considera "trabajo de mujeres" -los de limpieza y cuidado de personas.
     Costó seis años en los tribunales que se compensara a las mujeres de Birmingham por el trabajo mal pagado en ciudado de personas que habían ejercido durante décadas. "No me entiendas mal, los hombres trabajan mucho pero nosotras también lo hicimos" dijo una mujer que lideró la acción. "Y no veía a muchos hacer lo mismo que hacemos nosotras. ¿Crees que vaciarían el inodoro, lavarían a alguien cubierto de suciedad, entrarían en una casa llena de gusanos a limpiarla? Pero te digo una cosa, yo misma habría hecho el trabajo del basurero."
     Si las mujeres cobran menos, dependerán económicamente del hombre con el que viven. Si dependes de él, no podrás salir si no has acabado las tareas de casa. No me sorprende que la carga de trabajo siempre sea para las mismas. El sueño, por supuesto, sería que un día los hombres se arremangaran y empezaran a cuidar de sí mismos y de sus hijos. Hasta entonces, por supuesto, las mujeres podrían comprar la felicidad si quisieran. No hay que sentirse culpable por contratar a alguien para limpiar. El trabajo de casa es trabajo, ¿por qué no ibas a pagar a alguien para que lo haga? Solo una condición: cada semana, emplea un poco de ese tiempo libre que ahora te cada para pensar en cómo derrocar al patriarcado para siempre.

Traductora: Marina Liñán

Escrito por Sarah Ditum, publicado en New Statesman el 15 de julio de 2017


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