EL PACTO ENTRE LOS DEFENSORES DE LOS DERECHOS TRANS Y EL LOBBY DEL SEXO

En el nuevo libro de Julie Bindel, "The pimping of prostitution: abolishing the sex work myth", explora la conexión entre el lobby del sexo y el activismo por los derechos trans.

Este es un extracto del libro "The pimping of prostitution: abolishing the sex work myth", publicado recientemente por Pagrave Macmillan. Reproducido con permiso de la autora.

     El aumento de las políticas sobre identidad transgénero ha traído consigo un estridente intento de fusionar la prostitución y el llamado "genderqueer." Hay diversos argumentos utilizados para afirmar que ser transgénero y ser prostituida son cosas muy parecidas, sino la misma cosa. Uno de ellos es que muchas mujeres trans no pueden encontrar empleo regular, o necesitan dinero rápido para poder pagar la cirugía, y por eso entran en la industria del sexo. Otro es el argumento queer que sostiene que todos somos parte de una enorme alianza de colores, y que los derechos de los trabajadores sexuales, los derechos trans y los derechos queer son lo mismo. Lo que no hace este argumento es analizar las relaciones de poder del hombre sobre la mujer. De hecho, exceptuando a las mujeres trans, las mujeres están excluidas de esta ecuación.
     Los acrónimos construidos recientemente incluso se prestan a mi teoría de que los derechos de los "trabajadores sexuales" y los derechos trans se han amalgamado hasta tal punto que literalmente no puedes apoyar uno sin apoyar el otro. SWERF and TERF riman, convenientemente. Ambos parecen darse cuenta de lo importante que es que sus intereses coincidan. Los lobistas pro-prostitución a menudo llaman a la puerta del colectivo trans buscando apoyo, y viceversa. Caí en la cuenta de cuánto les convenía a ambos durante la campaña que se hizo en Gran Bretaña para instaurar una ley que criminalizara a quienes pagan por sexo. Era 2009 y el proyecto, que se estaba debatiendo en el Parlamento, proponía criminalizar a quienes pagaran por tener sexo con una persona que hubiera sido traficada o coaccionada de algún modo. Era muy importante que esta ley saliera adelante, a pesar de que había mucho escepticismo al respecto, puesto que separaba a las mujeres que podían demostrar que eran prostituidas o forzadas de algún modo, de aquellas otras que estaban siendo explotadas o abusadas pero no podían denunciarlo.
     La académica Belinda Brooks-Gordon acuñó la divertida expresión "Continuar la Criminología" para describir aquello que considera un estudio pobre de la industria del sexo. Por ejemplo, Brooks-Gordon firmó la queja que se publicó en The Guardian sobre el artículo de investigación "Gran Burdel", del que fui coautora.
     A medida que aumentaba el debate en el Parlamente y la Casa de los Lores, Brooks-Gordon estuvo muy involucrada en reunir todas las fuerzas que pudo para luchar contra la aprobación de la ley. Escribía mensajes en webs de puteros, como esas en las que los clientes "puntúan" a las prostitutas a las que han comprado. Steve Elrond es un prolífico comprador de sexo, lobista y activista por la legalización, y dueño de páginas web que anuncian mujeres a otros compradores de sexo. Él publicó un mensaje de Brooks-Gordon en la que entonces era su web personal, que ya no existe pero a la que aún se puede acceder por medio de archivos de internet.
     "La Dra. Belinda Brook Gordon [sic] que lucha de manera brillante por nuestros derechos, ha pedido que difundamos esto" escribió Elrond. El mensaje de Brook-Gordon remarcaba los motivos por los que las mujeres prostituidas (o "trabajadoras sexuales", como ella las llama) y los compradores de sexo ("clientes") deberían presionar a los diputados de todos los partidos para votar en contra de la introducción de esta ley. Continuaba explicando lo importante que era formar alianzas sobre otros asuntos, antes de explicar su siguiente movimiento:
"El jueves por la noche estaba hablando con un grupo transgénero para explicarles por qué debían oponerse a esta ley (algunos titubeaban un poco) una cosa era que hicieran una demo contra la nominación de Julie Bindel a los premios Stonewall, pero el trabajo sexual es totalmente distinto, así que estoy trabajando en esto. Establecí ciertos lazos de unión sobre lo de la nominación, así que ya te informaré cómo reaccionan a esto. Cualquiera que se quiera unir es bienvenido."
     El año anterior, me habían nominado en la categoría de "Periodista del año" en los premios anuales Stonewall. En cuanto se anunció mi nominación, la comunidad trans y parte de la prensa gay se pusieron como locos. A veces me acusan de transfobia por un artículo que escribí en The Guardian Weekend Magazine en 2004. Ni iquiera había pedido que me nominaran, pero en cuanto empezaron las protestas supe que tenía que asistir al evento, de lo contrario parecería que me habían conseguido intimidar.
     Cuando llegué, vi alrededor de 100 personas protestando porque mi nominación no había sido retirada, y diciendo que mi discurso fomentaba el odio. Junto a los activistas trans había un buen número de lobistas pro-prostitución y bastantes académicos. Era la mayor demostración de activismo transgénero del Reino Unido hasta el momento, y había mucha publicidad en juego.
     Una de las organizadoras de la demostración era Sarah Brown, que era colega de Brooks-Gordon cuando ambas eran concejales del Partido Demócrata Liberal. Después de lo de Stonewall, Brooks-Gordon vio una oportunidad de subir a bordo miembros del lobby trans para que se opusieran a la aprobación de la ley, y para luchar por la legalización del comercio sexual.
     Lo que es interesante, al menos según Gordon-Brooks, es que en aquel momento, en 2009, algunos de los lobistas transgénero titubeaban sobre si apoyar la prostitución o no. Hoy día, es difícil encontrar uno que se oponga a la prostitución.
     En la actualidad, en el Reino Unido muchas filiales y dos partidos mayoritarios responsabilizan a sus candidatos LGTB de implementar políticas sobre la prostitución y el comercio sexual. Los Liberal-Demócratas, por ejemplo, a menudo llevan a mujeres trans como ponentes a sus conferencias, en un intento de movilizar el apoyo a la legalización de la prostitución. Lo mismo pasa con el Partido Verde (excepto que se describen como LGTBIQA+) y algunas sedes del Partido Laborista.
     Por ejemplo, un candidato LGTB clave del Partido Laborista de la sede de Islington es Catherine Stephens. Stephens es la fundadora de la Unión Internacional de Trabajadores Sexuales (IUSW), una aparente unión de académicos pro-prostitución, puteros, chulos, dueños de burdeles y otros lobistas por la regulación de la industria del sexo. En los últimos 10 años he visto a Stephens en conferencias y otros actos públicos, y nunca he oído que se declare lesbiana o bisexual. Sin embargo, se identifica como bisexual, lo que significa que el colectivo LGBT le ha concedido la legitimidad para hacerlo.

La influencia trans en el "trabajo sexual"

     Sarah Noble es una mujer trans, Liberal-demócrata y activista pro-prostitución. En 2014, Noble dio un discurso en una conferencia para pedir la legalización de la prostitución. Brown, otra mujer trans, dio otro discurso en otra conferencia, pidiendo la legalización de la prostitución.
    Janet Mock es una activista transgénero que fue catapultaba a la opinión pública con la publicación de sus memorias sobre su vida como transgénero, Redefining Realness: My Path to Womanhood, Identity, Love & So Much More en 2014. En el vídeo que acompañaba al libro, Mock parece celebrar que se involucre a niñas en el comercio sexual:
"Tenía 15 años la primera vez que visité Mechant Street, lo que algunos llamarían "el paseo" para las mujeres trans que son trabajadoras sexuales de la calle. En aquel momento me estaba empezando a medicar y allí era donde las chicas jóvenes, como mis amigas y yo, íbamos a flirtear y tontear con chicos, y a socializar con otras mujeres trans mayores que nosotras, las leyendas de nuestra comunidad." 
     Continúa contando cómo "idolatraba" a las mujeres trans que se prostituían en la zona, incluso aquellas que eran utilizadas en pornografía o en clubs de striptease. "Estas mujeres fueron las primeras mujeres trans que conocí, y pronto relacioné ser mujer trans con el trabajo sexual", dice Mock, explicando que entendió que el comercio sexual simplemente era un "rito de paso" para las chicas trans.
     Mock habla mal de los medios que están en contra de la prostitución. Como muchos otros lobistas, Mock considera que el estigma asociado a la prostitución es extremadamente dañino, llegando a situarlo por encima del daño que causan los puteros, los chulos y los dueños de burdeles. De hecho, Mock sugiere que cualquier condena a la industria del sexo tendrá como consecuencia la violencia contra quieres venden sexo, y proclama que cualquiera que tenga una visión negativa sobre el comercio sexual, "deshumaniza" a las mujeres prostituidas.
"Las trabajadoras sexuales suelen ser rechazadas, causando que incluso el tío más liberal deshumanice, devalúe y menosprecie a las mujeres que están dentro de la industria. Esta deshumanización de las mujeres tan generalizada provoca que muchos ignoren la brutalidad, la vigilancia, la criminalización y la violencia a la que están sometidas, o incluso las culpen diciendo por estar deterioradas, ser promiscuas o no merecer la pena."
     Tal como había dicho anteriormente, pronto estableció un nexo entre la prostitución y ser transgénero, y explica cómo, ya que la prostitución se ve como algo vergonzoso, del mimo modo, empezó a ver el transgenerismo como algo vergonzoso: "no podía separarlo de mis propios problemas con mi cuerpo, mi noción de mí misma, mi vergüenza interiorizada por ser trans, negra, joven y pobre."
     Este argumento es muy peligroso. En efecto, Mock está diciendo que, a menos que normalicemos por completo y rompamos con el estigma del comercio sexual, las mujeres trans como ella nunca serán capaces de estar orgullosas de su femineidad. Piensa en todas las implicaciones que hay aquí: primero, la total fusión de la prostitución y el transgenerismo, unido al argumento manipulador que defiende que si no aceptamos que la prostitución "empodera" las mujeres trans sentirán desprecio por ellas mismas.
     Mock escribe:
"Estas mujeres me enseñaron que no hay nada de malo en mí o en mi cuerpo, y que si yo quería, me enseñarían a aceptarme. Y fue esta vía subterránea de recursos creados por mujeres marginales la que me dio la posibilidad, cuando tenía 16 años, de meterme en el coche de mi primer cliente habitual y elegir mi camino para liberarme y sobrevivir."
Ahí lo tenemos: la prostitución sirve para liberarse y cualquier condena a la misma significarán que las mujeres y chicas marginales no podrán sobrevivir.

Traductora: Marina Liñán

http://www.feministcurrent.com/2017/10/02/pact-trans-rights-advocates-sex-trade-lobby/

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