ENTREVISTA A LA EXACTRIZ PORNO JAN MEZA EN JCM LIVE (EXTRACTO)




     (Empezamos en el minuto 9:43)
     [Para sobrevivir al porno y la prostitución] dejé mi subconsciente en una estantería. Ni siquiera pensaba en ello. Era la única forma de superarlo, puro instinto de supervivencia... era algo innato, estaba en mi naturaleza sobrevivir a lo que fuera, y mantener a mis hijos de la forma que fuera. No quería ser una víctima del estado, no quería acabar en un albergue para personas sin techo. No quería volver a pasar por lo mismo de cuando era niña. Y estaba deseando hacer cualquier cosa, evidentemente, para que eso no ocurriera... mi incursión en el porno se justificaba por mi desesperación para dar de comer a mis hijos, ese era el quid de la cuestión, que estaba desesperada.
     Cuando entré en la industria del porno no tenía ni idea de lo monstruosa que era. No nos habían educado sobre eso. No había ninguna Asociación de la libertad de expresión o algo así para protegerme a mí ni a mis derechos, ni explicar en qué consiste la industria del porno o cómo funciona. El sistema de salud era una broma. Quiero decir, me dieron un falso sentimiento de seguridad sobre lo que iba a salir en los análisis y las enfermedades a las que estaría expuesta que en realidad no entendí, y soy una mujer inteligente. No voy a decir que era totalmente inocente, claro que sabía que iba a vender mi cuerpo por dinero, pero no tenía ni idea de la cantidad de abusos que hay tras las cámaras. No conocía el abuso físico, emocional y mental que ocurre en los rodajes.
     Entré en la industria y fue una locura. Siempre hacía del mismo personaje, la diabólica Elizabeth Rollings. Perdí de vista a Jan Meza y a quién era realmente. Ya no sabía quién era. No era buena madre, porque no estaba con mis hijos aunque justificaba lo que hacía con la excusa de que lo hacía para cuidarlos. Siempre estaba viajando de Las Vegas a California para hacer películas y algunas veces viajaba a Nueva York y otros estados. Básicamente, iba donde estaba el dinero. Perdí la noción del tiempo, y empecé a ir a fiestas en las que me gastaba todo lo que ganaba, para ser la persona que la gente creía que era: ese estilo de vida tan glamuroso que en realidad no existe. 
     El porno no es glamuroso. No es vivir en una fantasía. Es un infierno, el infierno en la tierra. Los productores empezaron a utilizarme, querían tener sexo conmigo... los agentes querían tener sexo conmigo... para ellos era un juego. No les importaba destruir tu vida. No les importaba lo que estabas sufriendo mientras les dieras a ganar un dólar, eso es todo lo que les importaba. Su máxima era que tú les traías dinero, y en el momento que les dieras algún problema, o exigieras tus derechos, o dijeras: "no deberías tratarme así" estás fuera, te ponen en una lista negra y no vuelves a trabajar. Y para cualquier  chica que esté desesperada por dinero, especialmente si es madre soltera, lo único que quieres es seguir cobrando el cheque.
     Llegó un momento en el que ya no podía soportarlo. Estaba adormecida, vacía, cansada. No sabía si era Elizabeth Rollings o Jan Meza, de un día para otro empecé a beber, a fumar hierba, a tomar relajantes... no es que sea difícil consegiur drogas y alcohol en el mundo del porno. Los productores y los agentes tienen drogas disponibles en el set de rodaje. En cuanto llegas te dicen "¿quieres beber algo?", "¿quieres un cogollito?", "¿qué necesitas, quieres relajarte?". Eso mismo lo usan como herramienta para conseguir más escenas de la misma chica.
    Muchas veces los productores te dicen que vas a hacer una escena simple, tipo chico-chica. Cuando llegas allí resulta que es algo hardcore, anal, gangbag. Y si no quieres hacerlo, adivina: no te pagan. Así que cualquier chica que quiera dinero, de nuevo, hace lo que le digan.
     Quieren mantener los abusos en secreto. La gente solo ve un producto acabado de 30 o 40 minutos. No ven las 3 o 4 horas que hay tras las escenas y lo que estas chicas cansadas física, mental y emocionalmente tienen que pasar, y algunas veces también los hombres, para poder ganar algo de dinero.
     ... Nunca, ni una sola vez desde que entré en la industria, he tenido un orgasmo. Es todo fingido. Hay un tipo de escenas a las que llaman squirt, que son... es todo fingido, en la industria, quiero decir, eso es lo que es la industria: los productores, los agentes, las compañías, no se preocupan por el valor humano. No les importan los actores, ni los adictos al porno. Todo lo que les importa es que les hagas ganar dinero. No les importa lo que el porno le puede hacer a una persona.
     Muchas veces me dolía, y el productor paraba la escena y decía: "a ver, mira. No necesitamos saber que te duele, ¿vale? necesitamos que lo hagas ceríble. Que la gente piense que te estás divirtiendo. Así que en vez de decir "ay" o parar la escena, simplemente jadea más fuerte o más alto." Cualquier tipo de palabra o código que la gente piensa que puedes usar para parar una escena también es mentira. No hay códigos de seguridad, simplemente siguen grabando, da igual cuánto te duela. No les preocupa si te parten en dos, ni lo que te ocurra, ni si te salen moretones. Simplemente, van a seguir usando ese producto hasta que ya no sea bueno.
     [En la industria del porno] eres un esclavo. No hay forma de adornarlo, no hay una forma más fácil de decirlo. Todo el mundo tiene puesto un precio, algunos más, algunos menos. No eres una persona, no tienes nombre real. Eres un objeto, eres solo una fantasía que la gente puede tener pero no eres real. Los adictos al porno no entienden lo que esta gente tiene que sufrir y lo único que les preocupa es que lo que ven en cámara sea real, pero no hay nada más lejos de la verdad.
     Lo que se presentó como mi punto de inflexión fue una escena de gangbang que hice. Eran 25 tíos., y todo el mundo me decía "¡Dios mío, la hostia! Nunca haría algo así yo misma." Pero ya estaba muy pasada de alcohol y drogas y quería adormecerme y vaciarme del estilo de vida que estaba viviendo, porque en realidad es un trabajo. Cuando el agente y el productor se acercaron a hablarme me dijeron: "mira, vas a cobrar 4.000 dólares por la escena. Te vamos a pagar esta cantidad, pero no tienes que follarte a todos los 25 tíos." Y luego también está la preparación que tuve que hacer para la escena. No sabía qué esperar porque nunca había hecho nada parecido, y menos en mi vida privada, aunque había estado casada antes. 
     [Como preparación para la escena de gangbang] tuve que limpiar mi cuerpo. Básicamente, usaba limpiadores de colon. No comía, solo bebía alcohol. Quería estar atontada del todo. Me emborraché mucho. Lo más curioso de la industria del porno es que te graban y te preguntan si eres consciente de lo que vas a rodar, y por supuesto todo el mundo dice que sí. Pero te garantizo que al menos el 90% de quienes dicen que sí están colocados o no tienen ni idea siquiera de dónde están. 
     Cuando llegué al rodaje el productor me dijo: "sé que te dijimos que no tendrías que follarte a los 25, pero queremos que salga una buena escena." Solo decían eso, "queremos que salga una buena escena." Le dijo a los chicos "tenéis que respetarla" y cosas de ese tipo, "cuando os diga que paréis, parad." Pero nadie lo hizo.
     ...Una vez que la escena había acabado y me habían follado los 25, me habían pegado puñetazos, bofetadas, estaba toda despeinaday me sentía miserable, aún me dolía todo incluso estando colocada. Solo quería salir de allí a toda hostia. Todos estos tíos venían y me decían si se podían hacer una foto conmigo. Y yo decía, venga, vale, espera un segundo: así que ahí estaba, cubierta de fluidos corporales de pies a cabeza, y estos tíos que se hacen llamar profesionales y han estado en la industria durante mucho tiempo, vienen a pedirme una foto. ¿Por qué? Pues resulta que después de la escena me enteré de que muchos de estos tíos, la mayoría, no habían trabajado en la industria antes, simplemente habían contestado a un anuncio para acostarse con su estrella del porno favorita. Estaba devastada. Quiero decir, devastada ni siquiera es la palabra adecuada. Estaba petrificada porque pensaba: Dios míos, ¿qué he podido pillar? Ese fue mi primer pensamiento: ¿Habré cogido SIDA? ¿a qué me he prestado? porque confiaba en que mi agente y esta compañía harían bien su trabajo y me protegerían, tal como decían que harían. Quién sabe, quizá ese fue el día que me contagié de herpes, pero gracias a Dios que no fue algo peor. Ese fue el punto de inflexión.
     No pude ir al baño después de eso durante al menos dos semanas. Ni siquiera me levanté de la cama en los dos o tres días siguientes. No quería moverme. Tenía náuseas todo el tiempo por lo que había pasado.
     (terminamos en el minuto 24:08)

Traductora: Marina Liñán
     

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