HUGH HEFNER NO NORMALIZÓ EL SEXO, NORMALIZÓ LA MISOGINIA

Hef no debería ser recordado como un luchador por la libertad, sino como un artista del engaño de dimensiones épicas.

     El verdadero rey de la cultura del porno murió el pasado miércoles, y mientras miles de personas gritaban "¡por fin!" muchos más empezaron a rendirle tributo, llamándolo "revolucionario" y visionario.
     Y, de algún modo, lo era.
     El viejo Hef visionó un mundo donde el porno era algo completamente normal -no algo de lo los hombres se avergonzaran al ver solos en casa, o en cabinas de sex shops cubiertas de los fantasmas de corridas antiguas, sino algo que fuera una parte normal de la sociedad. Sin duda, visionó la cultura del porno, y la hizo posible.
     Hefner tenía un concepto más alto de sí mismo que la mayoría de la gente. Lo sufrí en la serie de 2017 American Playboy: The Hugh Hefner Story -un tributo a Hefner, por Hefner- donde quedaba claro que este hombre había creado intencionadamente la historia que quería que América contara de él: era un luchador, un activista. Un rebelde. Un hombre humilde que quería librar la última batalla contra la represión sexual y liberar a la población estadounidense de los activistas de la moral que decían que el sexo es algo malo. Hefner insistía en esto una y otra vez, con la revista Playboy intentaba convencer a la gente de que el sexo era "normal" y quería "hacer del sexo algo habitual". Pero no solo no consiguió hacerlo, sino que nunca lo intentó.
     Cuando escuché en American Playboy A Hefner contar historias sobre sí mismo, me di cuenta de que era el gran parte responsable de que la cosificación sexual sea lo mismo que el sexo. No tenía ningún interés en normalizar la sexualidad como tal, lo que quería era normalizar la visión masculina y la percepción de los hombres sobre las mujeres como cosas bonitas a las que mirar. Playboy no trataba sobre sexo, trataba sobre fantasías masculinas.
     El ejemplar inaugural de Playboy de 1953 mostraba fotografías de Marilyn Monroe desnuda, de las que Hefner había comprado los derechos, pero no le pidió a Marilyn permiso para usarlas. No importa. Para Hef el revolucionario, el sexo era algo que le ocurría a las mujeres para entretenimiento masculino.
     Esta idea, original de Hefner, de que cosificar a mujeres "normales" constituye progreso -como si diversificar todos los tipo de mujeres con los que los hombres se pueden pajear sea lo más generoso que podemos hacer- ha sido aceptada masivamente por los liberales de hoy.
     Ha sido alabado como un pionero por hacer a Jennifer Jackson, una mujer negra, Playmate del Mes en 1965 y por poner a Darine Stern en la portada de Playboy en 1971, convirtiéndola en la primera mujer negra en salir sola en una portada. Fue proclamado "defensor de los derechos trans" por sacar a una modelo transgénero, Caroline "Tula" Cossey, en la revista en 1991. Si alguien hubiera prestado atención, se habría dado cuenta de que la cosificación sexual no consigue derechos, ni respeto ni igualdad. Pero los neoliberales estadounidenses prefieren un discurso simple.
     Hefner se ha coronado a sí mismo como líder feminista, y no es el único. Cada crítica que se le hace se encuentra con un recordatorio de que apoyó los derechos reproductivos, ¿pero qué hombre liberal no los apoya?. La capacidad de tener sexo sin tener que preocuparse de quedarte embarazada sin duda libera a la mujer, pero también al hombre. Sin duda, es notorio que, mientras que los liberales están detrás de este derecho específico de la mujer, que los absuelve de toda responsabilidad (las mujeres son las únicas responsables de tomar la píldor, o de abortar), se niegan a hablar de la deshumanización de la mujer en la pornografía o de la violencia inherente a la prostitución.
     Esa insistencia en su papel de consolidar a la mujer como objeto sexual fue aceptada con entusiasmo por sus sucesores. Aunque la revista anunció que no volverían a publicar desnudos en 2015, se dieron cuenta rápidamente de que las ganancias de Playboy dependían de los cuerpos de las mujeres, y en febrero, el hijo de Hefner y jefe de creativos, Cooper Hefner, anunció que retirar los desnudos había sido un error. Dijo: "los desnudos nunca fueron el problema, porque el desnudo no es un problema. Hoy vamos a retomar nuestra identidad y reivindicar quiénes somos".
     El lenguaje usado para vender Playboy y el legado de Hefner como algo feminista solo se puede describir como vomitivo. Estamos hablando de un imperio multimillonario. Más allá del hecho de que convertir a las mujeres en objetos decorativos para que los hombres proyecten sus fantasías, innegablemente, las convierte en sumisas, Playboy ejerce muchas otras prácticas poco éticas. Gloria Steinem documentó cómo las Conejitas eran explotadas y tratadas de forma deshumanizada en los 60, y Monroe no fue la única mujer cuyas imágenes se publicaron sin consentimiento.
     A pesar de su rollo de "yo era feminista antes de que existiera tal cosa como el feminismo" Hef odiaba a las "feminazis". En un agudo obituario, Julie Bindel cita "una nota secreta filtrada por las secretarias feministas de Playboy". En ella, Hefner escribió:
"Estas tías (las feministas) son nuestro enemigo natural. Es hora de declararles la guerra. Es hora de declararles la guerra... lo que quiero es algo devastador que acabe con las feministas. Se oponen por completo a la sociedad romántica chico-chica que Playboy promueve."
"Bueno, soy adulto y consiento, y Charlye es adulto y consiente.
Eso son dos de tres"
Viñeta "cómica" publicada en Playboy
      Hefner trataba a las mujeres como juguetitos, y las mujeres que vivían en su mansión han contado cómo las controlaba y lo desagradable que era el sexo con él. La "revolución sexual" de Hefner

     El playboy original será recordado, sin duda. Su legado, sin embargo, no es ninguna cruzada por los derechos de la mujer, sino el legado de un habilidoso farsante. Hefner dedicó su vida a proliferar la mentira de que la pornografía no es sexo y que las mujeres tienen que ser cosificadas para poder liberarse. En otras palabras, convenció a América de que la libertad de la mujer reside en el beneficio del hombre (y en su cama).
     Es la mentira más grotesca del siglo, y Hef puede estar seguro de que no la olvidaremos.
(*)Medicamento prohibido, depresivo del sistema nervioso central, similar a los barbitúricos.

Traductora: Marina Liñán

Escrito por Megan Murphy, publicado en Feminist Current el 28 de septiembre de 2017.
http://www.feministcurrent.com/2017/09/28/hugh-hefner-didnt-normalize-sex-normalized-patriarchy/

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