MI MARIDO ME VIOLÓ

     Mi historia empieza igual que muchas otras. Tuve un romance muy breve y me casé con un hombre en el que confiaba plenamente. Tuvimos un matrimonio feliz durante años, y luego empezamos a distanciarnos un poco. Nuestras vidas estaban acaparadas por los elementos cotidianos -niños, colegio, trabajo, deportes- lo que hizo que nos convirtiéramos en la típica pareja casada que trataba de salir adelante y vivir una vida normal.
     A los siete años de casarme, empecé a padecer fatiga y pérdida de memoria. Me pasaban cosas muy raras y no podía recordar cómo. Una noche, me desperté con una pastilla a medio disolver en la boca. No recordaba en absoluto haberme tomado una pastilla y estaba muy confusa. Otra noche me desperté y estaba desnuda. Era raro, ya que siempre duermo con pijama y no recordaba habérmelo quitado. Empecé a pensar que era sonámbula.
     A veces tenía un sabor raro en la boca cuando me despertaba, muy amargo, como cuando no te tragas una aspirina a la primera y se te queda ahí. Después de algún tiempo, empecé a notar el mismo sabor en mis bebidas. Entonces pensé que realmente me pasaba algo terrible.
Mandy Boardman
     Una noche me desperté y vi a mi marido frente a mí, con algo raro en una mano y una linterna en la otra, apuntando directamente a mi cara. Cuando lo vi, corrió a esconder algo bajo el colchón. Me enfrenté a él y conseguí coger lo que había escondido. Bajo la cama había una ampolla con líquido dentro. Le pregunté qué era y qué hacía con él. Al final reconoció que había estado disolviendo Xanax o Ambien* y administrándomelo mientras dormía. Cuando le pregunté para qué, me dijo que necesitaba drogas para poder dormir bien. Le pedí que dejara de hacerlo, me dijo que lo haría, y confié en que sería así.
    Después de eso, durante años, lo pillé varias veces administrándome aquel líquido blanquecino. Me enfrenté a él varias veces, pidiéndole que parara. Siempre me convencía de que lo haría, pero que solo lo hacía por mi bien.
     Un día se dejó el móvil en casa. Sospechaba que quizá estaba envuelto en algo turbio, así que decidí mirárselo. Encontré algo que cambiaría mi vídeo para siempre. Un vídeo que había grabado mi marido, en el que se le veía teniendo sexo conmigo, mientras yo estaba inmóvil, desmayada. Había tres vídeos en total, y en todos parecía que estaba muerta. Entré en pánico.
     ¿Cómo podía no haberme dado cuenta? ¿Cómo no me había despertado? ¡Porque no podía! Estaba drogada con el líquido ese que me dio incontables veces. Me daba una dosis tan alta que me dormía y no despertaba por alguna razón. Entraba en un sueño inducido muy profundo. ¿Cuántas veces había ocurrido esto? No tenía ni idea. Estaba asqueada, confusa y asustada. Sabía que había algo que no estaba bien, pero no tuve ninguna prueba hasta ese momento.
     Guardé una copia de los vídeos y me enfrenté a él. Actuaba como si no hubiera hecho nada malo, y trató de manipularme para que pensara que nadie me iba a creer, ni siquiera teniendo los vídeos. Nos divorciamos y se mudó lejos. Aunque pude seguir adelante con mi vida, siempre pensé que debía hacer algo, contárselo a alguien, que alguien supiera que me había pasado algo así de asqueroso. Intenté librarme de esos pensamientos y concentrarme en seguir adelante. Leía libros de autoayuda, iba a grupos de apoyo y veía a un psicólogo regularmente.
     Un  día mis hijos iban a ir con su padre el fin de semana, como correspondía. Mi hijo iba a pasar la mayor parte del tiempo de excursión con el colegio, y mi hija estaría sola con su padre. De repente, se me iluminó la mente y me di cuenta de lo enormemente grave que era lo que me había hecho. Si podía hacerle algo tan horrible a su propia mujer, se lo podía hacer a cualquiera, incluyendo a su hija.  Entonces supe que tenía que denunciarlo a la policía. Necesitaba que supieran la clase de monstruo que era.
     Llevé una copia del vídeo a comisaría, y les conté mi historia. Durante los tres años siguientes, luché contra este hombre en el que había confiado tanto. Tuve que verlo en los tribunales por lo que hizo, y también para luchar por la custodia.
     Finalmente, en primavera del año pasado, el tribunal lo encontró culpable de seis cargos de clase B, incluyendo violación y conducta criminal.
     Por fin era libre, de sus mentiras, de su manipulación y de su sombra. Por fin podía seguir con mi vida sabiendo que estaba a salvo. Ya no podría hacerme más daño a mí o a los niños. 
     O eso creía yo.
     Dos semanas después leyeron la sentencia, y recibimos el palo más grande de todo el juicio. Aunque le habían encontrado culpable de seis cargos, no iba a pasar ni un día en la cárcel. Estaría simplemente bajo arresto domiciliario, prácticamente libre.
     ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía alguien condenado por crímenes tan violentos no pasar ni un solo día en prisión? 
     Aparte de darle el regalo de no pasar ningún tiempo en prisión, el juez me dijo que, aunque había sido un marido terrible, era buen padre y debía perdonarlo.
     ¿QUÉ?
     Perdone, señor. Este hombre me violó múltiples veces durante años. Esto no lo convierte en un marido terrible, lo convierte en un criminal.
     Estaba destrozada. No me podía creer que un juez destruyera toda la esperanza que tenía en la justicia. Entré en una depresión profunda, intentaba agarrarme a la idea de tirar adelante con mi vida sin tener miedo, pero era incapaz.
     Dos meses más tarde, mi ex violó el arresto domiciliario. Finalmente, lo mandaron a prisión, esta vez con una condena de cinco años, y salió hace unos meses.
     Os cuento mi historia para que se sepa que la violación marital existe. Mi caso creó muchos debates sobre la ley, y sobre si la violación dentro del matrimonio es ilegal. Lo es, en los 50 estados de EEUU. Algunas personas, como el abogado personal de Donald Trump, parecen poner en duda esta ilegalidad. Alguna gente se pregunta, comprensiblemente, cómo un hombre puede violar a su mujer. Mi historia te lo demuestra. Independientemente de tu estado civil o nexo con tu violador, si no hay consentimiento, es violación. Cuando alguien es condenado por violación, deberían recibir una sentencia acorde con ese delito. Por desgracia, en mi estado, las sentencias contra los violadores las deciden jueces que pueden libremente suavizarlas si quieren.
     En la actualidad, aún estoy intentando superar una depresión y la vergüenza y el asco de esos vídeos. Intento ser positiva y ponerme como meta cambiar la percepción de la gente sobre la violación, especialmente la violación dentro del matrimonio. Necesito asegurarme de que otras mujeres que estén en mi situación conozcan mi historia. Quizá así encuentren el valor que encontré yo, y hagan que su atacante pague por sus actos.
     Si puedo seguir sacando el tema de la violación en el matrimonio, quizá pueda ayudar a que en el futuro cambien la ley. Si mi historia puede ayudar a alguien, habrá merecido la pena contarla.

*El principio activo de Xanax es el alprazolam, una potente benzodiazepina utilizada para tratar casos de ansiedad, y Ambien es un derivado benzodiazepínico. Ambos son medicamentos hipnóticos (N. de la T.)

Traductora: Marina Liñán

Escrito por la protagonista, Mandy Boardman, publicado en Time, el 29 de julio de 2015

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