DIARIO SECRETO DE UNA MADRE SUBROGADA

Tu hermano y su mujer están desesperados por tener un bebé. Tú te ofreces a ayudarlos, pero ¿serás capaz de dar a los dos bebés que has llevado dentro durante 9 meses? Una madre subrogada te lo cuenta...

Semana 1
     Estoy tumbada en una camilla de una clínica de fertilidad en Grecia. La doctora se vuelve hacia mí con la jeringa en la mano: "bueno, ¿cuántos embriones ponemos?", pregunta. No sé qué decir. Pienso en las posibilidades: mellizos, trillizos, cuatrillizos. No, cuatrillizos no. Mi hermano Nick y su mujer Jane, para quienes estoy subrogando el embarazo, estarían encantados teniendo mellizos, ¿no? no están aquí.
     La doctora sigue: "¿qué te parece la reducción selectiva?" dice. BAM, la pregunta me causa un dilema moral como si fuera una bofetada. La reducción selectiva quiere decir abortar a uno o más fetos para asegurarse de que alguno llegue a buen término. Es una práctica común en la fecundación asistida, pero ¿soy capaz de hacerlo? Un embarazo múltiple puede ser peligroso, y más a mi edad (48). Así que, en Reino Unido hay un número máximo de embriones que puedes implantar, pero, cuantos más pongas, más posibilidades de éxito. Pero en clínicas extranjeras, como esta, te pueden rociar con óvulos fertilizados por cientos o miles, como echas azúcar en una tarta.
     Menuda decisión para tomar en el momento de la implantación, y los bebés encima ni siquiera son míos. Aunque haya usado el esperma de Nick y óvulos de una donante, los bebéson de Nick y Jane.
    Hay dos tipos de subrogación: la "subrogación directa", en la que la madre subrogada usa su propio óvulo, y la "subrogación gestacional", que es más habitual, en la que se usa el óvulo de la madre de intención o de una donante, y el esperma del padre de intención. La subrogación directa se consigue, normalmente, mediante inseminación artificial, y el bebé tiene un vínculo genético con la madre subrogada. En la gestacional, el óvulo de una donante, fecundado por inseminación artificial, es implantado en el útero de la madre subrogada. En este caso no hay vínculo genético, y ambos padres de intención pueden poner sus nombres en el certificado de nacimiento.
   Al tener 45 años, los óvulos de Jane eran, potencialmente, mucho menos exitosos que los de una donante de 25 años. En Grecia, las donanteson anónimas, aunque puedes elegir el color del pelo y ojos. Esto presenta otro conflicto moral. ¿Es correcto pagar una fortuna por un óvulo, incluso cuando la donante solo recibe 3.000 €?
    La fecundación in vitro, por lo que he visto en Nick y Jane durante el último año, es un proceso sin sentimientos. Aprietas los dientes y adelante. Mi prioridad es traer al mundo un bebé sano para mi hermano y su mujer. Le digo a la doctora que sí, que lo de la reducción selectiva me parece bien. Asiente con la cabeza y sugiere 3 embriones. Noto entrar la jeringa y giro la cabeza para ver en la pantalla cómo se implantan los embriones en mi útero, como tres guisantesobre un cojín.

Semana 2
    Estoy pasando por lo que se llama "la espera de los 10 días". Es el lapso de tiempo desde que se transfiere el embrión hasta que puedo hacerme un test de embarazo. Es como esperar la nota de un examen, excepto que, en este caso, el resultado importa más porque otras personas dependen de mí. Después de dos abortos y nueve intentos por fecundación in vitro, puedo entender que Nick y Jane estén ansiosos.
     No hay cifrasobre el número de nacimientosubrogados en Gran Bretaña, ya que la mayoría se conciertan por acuerdos privados. La subrogación comercial, en la que la madre recibe un pago, es ilegal en Gran Bretaña, aunque es legal en algunos estados de EEUU, Ucrania y la India. Aquí solo pagan los "gastos" (máximo 15.000 libras). El primer caso de subrogación conocido en Gran Bretaña es de 1985, y se estima que, desde entonces, unos 750 niños han nacido mediante esta práctica.

Semana 3
   Estoy embarazada. Estoy eufórica y asustada a la vez. Ya tengo dos hijos, así que confiaba en quedarme embarazada, pero me sorprendió que fuera tan fácil, cuando para otros resulta tan difícil.
   Durante un año, si abría alguno de los cajones de la nevera de Nick y Jane, solo encontraba pastillas. Toda su vida giraba en torno a la supresión química del periodo de Jane, lo que la llevó a una depresión tan tremenda que casi no la reconocía, y la estimulación, que le ofrecía algo de esperanza. Cuando no tomaba pastillas, se tenía que inyectar. Luego llegaron los viajes a Atenas para la recogida y recepción de óvulos, seguidos de la resaca emocional que traía cada fracaso, y el aún más devastador efecto de los abortos. Jane hizo muy buen trabajo ocultando cómo se sentía, pero era terrible verla. Y Nick, podías ver cómo se tragaba su propia decepción para no hacer que Jane se sintiera peor.
    Pero, al parecer, formo parte de esta generación de la fecundación in vitro. Conozco, al menos, a cuatro parejas que están siguiendo el procedimiento. Para Nick, la situación era la típica en la que Jane tenía dos niños de un matrimonio anterior, y lo conoció a él, más joven, pero no pudo quedarse 
embarazada de él. Hay quien dice que el planeta ya está súperpoblado, pero cuando ves a gente que quiereser tan infeliz, es difícil no intentar ayudarlos. El punto de inflexión para mí fue cuando le pregunté a Nick qué pasaría si no podía tener un hijo. Es un padrastro estupendo, pero me dijo, tranquilo pero firme: "necesito tener a mi propio hijo".
  Así que me ofrecí. Jane, al principio, se negó. Nick y yo tuvimos que convencerla. Creo que pensaba que era demasiado pedirme algo así, que podría complicar nuestra relación. Y en realidad, así ha sido.

Semana 4
     Tengo una amiga que ha estado siguiendo tratamientos de fertilidad intermitentemente durante 19 años. Es la fuente de todos los conocimientos que se puedan tener sobre el tema, y me ha sugerido que vaya a una clínica cutre que hay en Victoria y me haga un análisis de sangre. Luego puedo subir los parámetros de los resultados a una web concreta y me calcula la posibilidad de tener un embarazo múltiple. En caso de que sean trillizos, tendré que afrontar una reducción selectiva, lo que me aterra. Pero no, son mellizos. Nick está exultante. Me encanta la idea de tener dos, pero me voy a parecer a Mr Beefeater en un par de meses.

Semana 5
    Me había olvidado de que no me gusta nada estar embarazada. No soy de las que está todo el día frotándose la tripa ni disfrutándolo. Tengo mal cuerpo y encima ni siquiera me puedo ir a casa con el premio final.  

Semana 6
     Hemos decidido no contarle nada a nadie hasta que no pasen las 12 semanas. Aun así, creo que a mis hijos les debo una explicación. Mi hijo, de 10 años, me dice, frunciendo el ceño: "pero ¿quién es la mamá?". Es normal que pregunte. Estos bebés, en realidad, tienen tres madres. La mamá del óvulo (la donante), la mamá de la tripa (yo) y la mamá (Jane). Esto lleva a una pregunta más complicada. ¿Qué pasa si los bebés quisieran saber, algún día, quién esu madre biológica? Le he sacado el tema a Jane. ¿Qué le parecería escribir al hospital para que la donante acceda a dejar sus datos para que los niños puedan acceder a ellos al cumplir 18? La respuesta de Jane es inmediata: "no".
     A veces me olvido de que tiene que ser duro no solo no ser la dueña de los óvulos, sino el hecho de no llevar a los bebés. Creo que necesita marcar cierto territorio.

Semana 7
    ¿Hay alguna superheroína embarazada? Apuesto a que si la hay, su superpoder es el olfato. Cuando alguien se sienta a mi lado con un paquete de patatas fritas, me dan ganas de vomitar. La medicación no ayuda. Estoy tomando estrógenos, progesterona, antibióticos, aspirina, ácido fólico y esteroides. Tengo un dolor de cabeza permanente, y estoy tan cansada que tomo siestas cada poco. Y lo peor es la depresión. Normalmente, soy una persona positica, pero ahora me siento, simplemente, desolada. Llamo a mi consejera de FIV. ¿Es normal estar deprimida con estos medicamentos?, pregunto. "Oh, sí", dice. "Yo estuve 15 años deseando quedarme embarazada y cuando me pasó quería matarme". 

Semana 8
     Cada vez tengo más náuseas. ¿Por qué me ofrecí a hacer esto?
     He ido a Harley a hacerme una ecografía. Los bebés están uno encima de otro, como si estuvieran en una litera. De repente, me entra un sentimiento muy maternal. "Mira mis bebés", pienso.

Semana 9
     He estado calculando la posible fecha de parto. He visto que la semana 38, en la que quieren que dé a luz, coincide con la Semana Santa. ¿Los especialistas trabajan en días festivos? Mmmm lo dudo. De pronto, se me ocurre la idea de un doctor inexperto que se olvida un guante dentro de mí antes de coserme, o que pillo una infección por estafilococo. 

Semana 10
     Acabo de hablar con una amiga cuyo marido la acaba de dejar después de años de estar sometida a tratamiento de fertilidad (sí, una más). Llora: "voy a cumplir 50 y no tengo hijos". Me doy cuenta de que yo tengo dos, y otros dos que llevo dentro. ¿Cómo se lo digo? No puedo. Por suerte, está tan sumida en su propio drama que no se ha dado cuenta de que ya se me empieza a notar.
     Hay otro amigo al que sí le digo lo de los mellizos. Él y su mujer llevan tiempo intentándolo. "¿Puedo quedarme con uno?", bromea, solo en parte.

Semana 11
     Este embarazo es muy diferente a los otros. No tengo que decorar una habitación, ni elegir carrito de bebé, ni comprar ropa. Aun así, a medida que reduzco las dosis de medicamentos me pongo de peor humor.
     La reacción de la gente ha sido inesperada. Por lo general, se sienten abrumados por mi acto de generosidad, lo que me ha hecho verme de otra forma. No soy una candidata al premio Madre Teresa, pero no me veo tan egoísta como pensaba. Después de todo, hay quien piensa en subrogar el embarazo para otros, pero yo lo he hecho. 

Semana 12
     Mi hija, que tiene seis años, ha decidido que es momento de contar la noticia. Hoy llegó al cole y le dijo a la profesora: "mi mamá tiene dos bebés en la barriga para la tía Jane, porque su barriga no funciona bien". La profesora se quedó de una pieza.
     Tengo que volver a la clínica Harley para averiguar el sexo de los bebés. A estas alturas ya tienen caritas, y dedos en las manos y los pies. El médico mira al primero. Es un niño. Rezo para que la otra sea niña (Jane ya tiene dos niños). Es una niña. Al salir de la clínica tengo un subidón.

Semana 13
    Le enseño a mi hija la ecografía. Me dice, como si fuéramos a tener una mascota: "¿podemos quedarnos con la chica?"

Semana 14
   He ido al hospital en el que daré a luz para hacerme unas pruebas. Está lleno de parejas que parecen nerviosas, y, de pronto, me siento muy sola. Al llegar a casa, me echo a llorar. He estado reprimiendo tanto mis emociones, tratando de desvincularme, que no me he permitido a mí misma sentir nada de nada. Me pongo a ver una película sobre la madre de un asesino en TV y no paro de llorar en todo el rato.

Semana 15
   Jane se lo ha contado a sus hijos hoy. La reacción del mayor ha sido: "por qué no podemoser una familia normal?"

Semana 16
    Llamo a mi madre para decírselo. "Estoy embarazada", le digo. Hay una pausa al otro lado del teléfono, así que decido contarle todo. Al final, me dice: "bueno, a pesar de todas las complicaciones, es maravilloso tener dos nietos más. Lo único es que me gustaría ser diez años más joven".
     Así exactamente es como me siento yo también.

Semana 17
    No sé cómo lo lleva Jane, porque está muy distante. Pero se me ha ocurrido pensar que quizá no tenga en cuenta lo difícil que es para mí (y sí, me doy cuenta de que hablo mucho de mí). Esta semana me dijo: "la gente me pregunta qué tal lo llevas, y siempre les digo que lo bueno de ti es que eres capaz de separar las cosas". Los bebés están dentro de mí, por Dios, qué mierda de saber separar.

Semana 18
    Cuando me ofrecí a ser madre subrogada, me pregunté a mí misma: "¿podré irme del hospital a casa sin los bebés?". Me parecía la clave de todo. Si no podía hacerlo, no sería madre subrogada. Decidí que sí podría, y, ya que he hecho esa promesa, tengo que cumplirla. Pero cada vez es más difícil.
     Un  día me dio por ir a una tienda Jojo Mamá y bebé esta semana. Me vi mirando a un conejito de esosuaves de color rosa con orejotas que a los bebés les gustan tanto. En mis otros embarazos lo habría comprado, pero en este me pregunto si debo hacerlo. No sé si es lo más inteligente, no sé si le molestará a Jane, no sé si me lo hará más difícil. Al final salgo de la tienda sin él. 

Semana 19  
     Otra ecografía. Los bebés están perfectamente. Aun así, me pregunto si la doctora piensa que soy rara. "¿Les ves las manos? ¿Les ves el corazón? ¡Es precioso!". Asiento con la cabeza y sonrío, pero en silencio. Cuando se dan cuenta de que ya tengo dos niños y no parece que tenga pareja, piensan que soy un bicho raro. Una enfermera dice: "¿te gustan las familias numerosas?" y otra, simplemente, pregunta: "¿eres católica?"

Semana 20
    Hoy el niño de Jane se queda a dormir. Estamos haciendo planes para el verano que viene y le digo: "bueno, el próximo verano vas a tener esto" y me señalo la tripa. Parece alucinado. "Ahora están aquí, pero para Semana Santa, los tendrás contigo". Ni siquiera se le ha ocurrido que está a punto de tener un hermano y una hermana. 
     Mis hijos están al tanto de mi embarazo y cada poco silban como si fueran obreros trabajando, por el aumento de mi tamaño. "Estás enorme", me dice mi hijo. Pero Nick y Jane no parecen estar muy al día, están como en una fase negativa. No sé qué problema habrá.

Semana 21
     La duquesa de Cambridge está embarazada. La han llevado al hospital hoy porque tenía náuseas extremas. Genial, mientras que yo, cada día, me parezco más a una ballena, Kate se va a pasar un embarazo sin salir de la talla 38.

Semana 22
   Cuando estamosaliendo para ir al colegio, mi hija me dice: "a mí no me regalarías a nadie, ¿verdad?" Me temía esta pregunta. Le digo que no, pero esto me hace pensar que, aunque la decisión de ofrecerme como madre subrogada fue mía, es algo que afecta a toda la familia.

Semana 23
     Una de las cosas más extraña sobre este embarazo (y son muchas) es que ha funcionado como una máquina del tiempo. Por cortesía del tratamiento de fertilidad, he vuelto atrás en el tiempo diez años, reuniéndome con el club de las mujeres que van a tener hijos. Por supuesto, no quiero más niños, pero estoy disfrutando un poco la sensación de rejuvenecimiento que te da el ser capaz de gestar.

Semana 24
   La Navidad está en pleno apogeo, como mis hormonas. Mi hija actúa en el villancico del cole. Durante la actuación se queda en blanco, y yo, que normalmente soy de lo más racional, me echo a llorar. Otra madre me da un pañuelo con cara de "cálmate, bonita".

Semana 25
   El día de Navidad, Nick me pregunta, bromeando: "¿cómo están mis bebés?" Me enfado. No son sus bebés, son míos.

Semana 26
     Jane acaba de empezar a hablar de cuidar a los bebés. Está hablando de contratar, no a una, sino a dos niñeras, porque cuando tenga que volver a trabajar va a ser demasiado quehacer para ella. Me digo a mí misma que eso es algo que no es de mi incumbencia.

Semana 27
   En este momento soy el blanco de la lástima de todo el mundo. Otras madres en el colegio me preguntan: "¿cómo estás?" con ese movimiento de cabeza que hacemos cuando hablamos con alguien que está enfermo o tiene problemas. Pero claro, estoy enorme, parezco Violet en Charlie y la fábrica de chocolate cuando se convierte en arándano.

Semana 28
   Está nevando. Ayer me caí dos veces. La segunda fue gorda, y ahora tengo miedo de haber hecho daño a los bebés. La noche pasada, en la bañera, vi cómo la niña, que está a la derecha, se movía, pero el niño estaba muy quieto. No sé si ir al hospital a que me hagan una ecografía.   

Semana 29
  Ya se me ha pasado el pánico con lo de los bebés, Ayer se movió el niño, ya estoy más tranquila. Nick y Jane han ido a Ikea a comprar las cunas. Me ha dado una punzada de tristeza, ¿no debería comprarlas yo?   

Semana 30
     Hoy recibí un email de nick que se titula "organizándonos". En él, me decía que Jane y él habían encontrado un abogado especializado en subrogación, y que el proceso de transferencia de paternidad era muy sencillo. Nada más tenía que firmar un papel que había que presentar en el juzgado.
    Me sentí presionada. Ya sé que Nick solo quiere ser práctico, pero mis emociones no las puedo "organizar". Le he contestado diciendo que no voy a firmar nada (legalmente, no puedo hacerlo hasta después del parto, de todas formas) y que necesito pensármelo. Recibí otro email de Jane: "no deberías haberte ofrecido a hacerlo si te ibas a quedar con ellos. Me has roto el corazón".

Semana 31
     No le he cogido el teléfono ni a Nick ni a Jane. Necesito tiempo.

Semana 32
     Hemos firmado una tregua, cortesía de mi madre, que ha calmado a Jane y a Nick. Le he dicho que no quiero quedarme con los bebés, pero también que no quiero firmar nada aún. He aceptado quedar con Jane en Selfridges para elegir los trajes con los que los bebés irán del hospital a casa. Nos miramos todo el rato, nerviosas. No menciona el contrato.
   Creo que estoy nerviosa porque el niño está de nalgas, así que he estado buscando en internet formas de hacer que se dé la vuelta. Al final acabé viendo una imagen de un niño sentado con sus brazos como abrazándose a sí mismo. De algún modo, esto me conectó conmigo misma, y me sentí terriblemente protectora de los bebés.
     Lo mejor va a ser que no mire más internet. Creo que tengo que marcar distancia entre los bebés y yo.

Semana 33
   Cuando la enfermera dice: "siéntate en la silla de ruedas" me doy cuenta de que hay algún problema. La tensión me ha subido hasta 196. La palabra "preclampsia" se ha dejado caer. "¿Es posible que tenga un ataque al corazón?" digo. "No, un derrame" contesta.
     Paso la noche en nonatos escuchando a otras mujeres hablar de sus recién nacidos. Puedo notar su alegría. Yo estoy triste.

Semana 34
    El médico ha adelantado la cesárea una semana por la preclampsia. He tenido una conversación con Jane sobre cómo vamos a hacer en el parto. Ella estará conmigo en la sala de partos, y Nick en la sala de espera. Lo único que me preocupa es a quién le van a dar los bebés en cuanto nazcan. Jane dice: "hay dos, así que podemos coger a uno cada una".

Semana 35
    El equipo médico para el parto es numerosimo: tres anestesistas, dos pediatras, un cirujano y muchas enfermeras. Los miro y me doy cuenta de que la cosa eseria, pero estoy calmada. Me giro hacia Jane, que está a mi lado, y le digo: "última etapa del viaje. Voy a traerlosanos y salvos. Y así es como me siento, voy a traer algo precioso. 
     Cuando sacan al primer bebé, se lo llevan inmediatamente, porque es un poco pequeño. Le piden a Jane que corte el cordón. Cuando aparece el segundo le digo a Jane que lo coja ella. Me sorprende que, al verla, no me siento celosa. Más tarde, tras la reanimación, toda mi familia está en la habitación. Cojo a los bebés y me asombra lo pequeños y perfectos que son. "¿Vas a dar el pecho?" me pregunta una enfermera. Miro a Jane. Sé que ella no quiere y de todas formas tampoco fui muy buena con los otros dos, así que niego con la cabeza.

Semana 36
     Tengo que pasar diez días en el hospital, porque sigo teniendo la tensión muy alta y los bebéson muy pequeños. No pueden controlarles la temperatura y están bajando de peso, así que tenemos que alimentarlos con una sonda. Nick y Jane vienen todos los días, y Jane se queda para ayudarme con las tomas. A mitad de semana ya estoy agotada. Estoy exhausta y desesperada por ir a casa y ver a mis propios hijos. Ya llevo una semana fuera. Mi hija se echó a llorar esta mañana con mi madre, y mi hijo dice que está enfermo y no ha ido al colegio. Me necesitan. Convencemos a los médicos para que Jane se pueda quedar toda la noche y yo me vaya a casa 24 horas. Nick viene a buscarme y me acompaña, y voy llorando todo el camino. Es la combinación de las hormonas y el cansancio.
     Al día siguiente vuelvo al hospital. Una de las enfermeras dice: "¡mami ha vuelto!" Puedo ver a Jane hacer una mueca de dolor. El viernes vuelvo a casa, pero este viaje es más duro. Me doy cuenta de que es la separación de los mellizos. Me meto en la cama con mi hija, para mimarla. Mientras que ella duerme tranquilamente, yo lloro.

Del hospital a casa
     El sábado por la mañana recibo un mensaje de Jane desde el hospital: "¡los bebése van a casa hoy!" Está emocionada. Yo en pánico. Es demasiado pronto. Dejo a los niños con unos amigos y cojo el bus. Está nevando otra vez. Los copos caen sobre las ventanas del autobús, se deshacen y caen como enormes lágrimas. Miro por la ventana. Tengo el estómago en un puño por el miedo.
     Cuando llego al hospital ya tienen el equipaje hecho. La documentación nos lleva siglos, y Jane va a comprar algo de comida. Cuando ella se va, voy a la cuna y cojo primero a uno, y luego a otro de los bebés. Lloro mientras los abrazo, como si fuera un duelo.
     Jane vuelve, llega Nick y salimos con el carrito por el jardín. Cuando volvemos a casa de Jane y Nick, él abre una botella de champán. Vuelvo a llorar. Soy consciente de que les estoy arruinando el momento, así que cuando Nick sugiere llevarme a casa, le digo que sí.
     Este es el momento que tanto he temido durante nueve meses. El momento en que tengo que dejar a los bebés. Me inclino sobre la cuna y les doy un último achuchón a cada uno. Estoy intentando tragarme las lágrimas. Con toda la fuerza que soy capaz de reunir, me giro y me voy. Puedo oír mis pisadasubiendo las escaleras de la entrada. Cierro la puerta detrás de mí.

Dosemanas después
     Los primeros días fueron difíciles. Había un enorme agujero donde antes estaban los bebés, casi como si hubiera abortado o se hubieran muerto. Lloré muchísimo. Tener a mis propios hijos cerca me ayudó, porque tenía algo que hacer y personitas a las que abrazar. Nick y Jane han sido muy generosos y me dejan ir a ver a los bebésiempre que quiero. Creo que también valoran la ayuda, porque dos bebés dan mucho trabajo. 
     Voy mejorando. Ya no siento tanto que los bebéson míos. Puedo  notar la alegría que han traído, en particular a Nick, y estoy orgullosa de eso.
     Si hubiera sabido lo difícil que sería el viaje, ¿me ofrecería como madre subrogada otra vez? Al principio diría que no. El último mes de embarazo fue físicamente agotador y emocionalmente dificilísimo. Ahora, no sé. En algunos momentos pienso que igual debería tener otro hijo para mí, pero creo que, posiblemente, son las hormonas las que hablan. También me he preguntado si podría hacer lo mismo para otra pareja.
    Al principio de todo, les dije a mis hijos: "a veces, lo correcto no es lo más fácil". Y lo creo de verdad. Estoy llorando mientras escribo esto, pero ha servido para que mi hermano y su mujer se acerquen. Lo hice por ellos y me ha costado muchas lágrimas, pero ahora están vinculados de una forma fundamental que parece irrompible.
     Mi relación con los bebés también es especial. Nunca sabrán lo que me ha costado tener que darlos, pero yo sí. Esta semana he ido a ayudar con la toma de las 6. La niña lloraba, así que la cogí y la acuné. Se calló y se quedó dormida. "¿Crees que se acuerda de mí?" pregunto. Jane me mira, con el otro bebé en brazos. "Por supuesto", me dice.

Hemos cambiado los nombres. La autora desea permanecer anónima.

Traductora: Marina Liñán
Publicado en The Guardian, el 27 de abril de 2013
https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2013/apr/27/secret-diary-of-a-surrogate-mother


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