LA PETICIÓN DE UN EXPUTERO: QUE SE PROHÍBA LA COMPRA DE SEXO

Texto del 28 de septiembre de 2017 sobre un hombre que fue adicto a la pornografía y a la prostitución. La entrevista fue realizada por la doctora Ingeborg Klaus.

     Delante de la tienda de muebles más grande de Karlsruhe (ciudad del noroeste de Alemania) hay dos anuncios juntos, al lado de la carretera: uno, anuncia un burdel, el otro una agencia matrimonial. ¿Quieres comprar sexo sin compromiso, o prefieres empezar una relación amorosa y jurarte fidelidad mutua? Al parecer, en Alemania, ambas cosas son iguales y no parece escandalizar a nadie que estén anunciadas una al lado de otra. Y sin embargo, la prostitución no solo tiene consecuencias devastadoras para las mujeres prostituidas, sino también para las traicionadas esposas de los puteros. En esta entrevista, un exputero nos cuenta las consecuencias que sus actos tuvieron sobre su mujer, y pide que se prohíba la compra de sexo. La pornografía significó su entrada en la prostitución. Cuando su mujer descubrió su doble vida, dijo que "había reducido a cenizas su vida en común". La había destrozado. "Fue privada abruptamente de la base de confianza sobre la que creía que su matrimonio se asentaba", según el testimonio del exputero. "Durante mucho tiempo sufrió desórdenes de estrés postraumático -como las víctimas de tortura- y ha desarrollado una arritmia que sufre en la actualidad. Hace tiempo que no puede trabajar".
     Estos trágicos "daños colaterales" de la prostitución no son el centro de atención de nadie. Imaginemos que el número de 1,2 millones de puteros no se corresponde con el número de ellos que van diariamente con alguna prostituta, e imaginemos que un gran número de hombres casados o en una relación estable son puteros, el número de mujeres traicionadas, y, tras el descubrimiento, dañadas psicológicamente, se acerca bastante a la cifra de dos millones. Podemos llegar a la conclusión de que Alemania es un país de mujeres traicionadas.


Durante seis años y medio fuiste putero, ¿cómo llegaste a eso? ¿cuál fue tu trayectoria?
     "Hacía años que consumía porno. La mayoría de las veces eran revistas horteras que compraba en gasolineras. No lo hacía muy a menudo, pero me solía dejar insatisfecho, porque masturbarse con pornografía, al final, no era algo real. La solución que encontré fue buscar estímulos más fuertes, al principio fotografías más explícitas, después imágenes en internet, luego vídeos, más tarde porno hardcore y, por último, di el paso de contactar con una mujer. Luego todo siguió adelante".

Dices que la pornografía fue decisiva para llegar a comprar sexo. ¿Qué te hizo? ¿cómo te cambió?
     "Durante mucho tiempo no entendí los efectos del porno. Cada vez llevaba más allá los límites, tenía el impulso de consumir cada vez más porno y cada vez más explícito. Hasta mucho después, no supe que, mientras consumes porno, segregas hormonas de placer. Esto significa que el consumidor de porno llega a establecer una conexión emocional que le hace pasar más tiempo consumiendo en lugar de preocuparse por el resto de sus relaciones. El porno me absorbió. Cada vez empleaba más tiempo viéndolo. Y, con respecto a la prostitución, esto, incluso, se incrementó. Casi cada día me pasaba horas mirando en catálogos de mujeres online, y me imaginaba cómo serían en realidad".

¿Cómo entendías tú la sexualidad en ese momento? 
     "Tenía derecho a satisfacer mis necesidades. Pensé de todo, desde "es absolutamente normal" a "¿me va a costar sangre, sudor y lágrimas?". No tenía confianza en mí mismo. No podía hablar con una mujer sobre mis deseos por miedo a que me hirieran, lo que quiere decir, miedo a que me rechazaran. Es más, en la vida real, me di cuenta de que no me parecía que mi mujer fuera sensual, me repelía un poco. Muchas veces le dije, directamente, que parecía que no me deseaba. Es esa situación, las mujeres por catálogo del mundo de la prostitución parecían lo más adecuado para mí. En ese mundo no necesitaba mostrarme como soy, de ese modo vivía mi narcisismo de forma subversiva".  

Comprabas mujeres para vivir tu propia sexualidad. ¿Cómo las mirabas? Echando la vista atrás, ¿cómo vivías con ello? ¿qué piensas hoy en día de la prostitución?
  "Me hacía ilusiones sobre las circunstancias vitales de estas mujeres. Normalmente iba a apartamentos en los que las mujeres, casi siempre alemanas, vivían. Borraba todas las cosas que podrían llamarse civilización. El clímax de la miseria fue cuando visité a una prostituta en Nochebuena. Para quedar conmigo, la mujer tuvo que dejar a los niños solos con su pareja e ir al apartamento que tenía alquilado para tal fin. Después de eso, visité a mi padre, que estaba muy enfermo, y fui a casa e hice la cena, como si nada hubiera pasado. Ya no había nada sagrado para mí. Y tenía una buena opinión de mí mismo como putero. Era la clase de caballero que nunca obligaría a una prostituta a hacer algo. Pero, a pesar de esto, visité a prostitutas en Hong Kong, y tuve ciertas experiencias en Alemania que, mirándolas en retrospectiva, tengo que considerar relación forzada. Hubo ciertas diferencias entre lo que decían y la realidad de casi todas las prostitutas a las que visité. Mi prostituta regular me dijo que había sido abusada por su padre cuando era una niña. Aun así, dejó que su hija viviera en casa de sus padres cuando tenía 11 o 12 años. Otra mujer, que anunciaba exclusividad, quedó con otro putero solo dos minutos después de mi cita, cuando todavía me estaba poniendo la ropa. Había una que decía ser mando intermedio en una empresa, y sufría anorexia. Y otra que también anunciaba su exclusividad en una plataforma como "oferta especial en muebles de exposición": A menudo había discrepancias entre la exclusividad y la cantidad de veces que su teléfono comunicaba, o las veces que cogía la llamada. Me hacía ilusiones sobre mis autoadjudicadas cualidades como amante. Me sentía como un chico glamuroso que satisfacía a todas las mujeres que visitaba. Y, por último, empecé a quitarle importancia a mis derechos básicos. A veces tenía sexo sin protección, algunas veces vaginal, pero casi siempre oral. Negaba el riesgo. Hasta que me infecté de herpes".

¿Qué efectos tuvo tu comportamiento sobre tu relación? ¿cómo afectó a tu mujer?
     "Durante mi doble vida, de vez en cuando, mi mujer me decía que se aburría. Notaba que nos estábamos apagando, echava de menos la autenticidad y viveza, no solo en la vida diaria, sino en celebraciones como Navidad, que antes estaban llenas de euforia. Ella pensaba que era cosa de la edad. Más tarde, cuando descubrió, desgarrada, mi doble vida, se rompió por completo. Fue privada abruptamente de la base de confianza sobre la que creía que su matrimonio se asentaba, por la persona por la que más confianza sentía. Probablemente padeció un grave síndrome del corazón roto. Aunque suene raro, es una condición médica real, similar al ataque al corazón, que puede llegar a causar la muerte en determinadas circunstancias. Puedes realmente morir por el síndrome del corazón roto. La tasa de mortalidad es de un 3%. Durante mucho tiempo sufrió desórdenes de estrés postraumático (como las víctimas de tortura) y ha desarrollado una arritmia que sigue sufriendo hoy en día. Hace tiempo que no puede trabajar. Ha perdido la capacidad de concentración y no se ha recuperado del todo, aunque hace dos años que descubrió el incidente. Divide su vida, cronológicamente, en antes y después del descubrimiento. Y no es la única. Muchas mujeres que han sido engañadas por sus maridos puteros, se sienten así. Mi mujer dice que he reducido a cenizas nuestra vida en común. Aun así, todos los daños colaterales de la prostitución no han estado en el foco de atención hasta ahora".

Fuiste a terapia. ¿Qué sacaste en claro de esta?
     "Pasó mucho tiempo hasta que conseguí distanciarme de esa época. Cuando ya llevaba tiempo en una consejera matrimonial, llegué a decir: "¡pero si tenía sexo del bueno!" había glorificado esa época en mi cabeza. Había construido un anillo dorado alrededor de ella. Me veía a mí mismo en el papel de víctima, pensaba que no podía ser de otra forma. Durante la terapia llegué a reconocer que mi consumo de porno no tenía que ver con el sexo, pero sí con el dolor que quería borrar. Crecí en una familia parcialmente disfuncional y siempre me sentía como si todo lo que tenía era injusto. Todos esos sentimientos procedían de mi infancia y no tenían nada que ver con mi vida actual. Dentro de mí había un monstruo que se alimentaba de mi antiguo dolor psicológico. Durante un breve periodo de tiempo, la doble vida de adicto que llevaba, me permitió olvidar estos dolores e inseguridades, el miedo al rechazo y la baja autoestima. Tuve que admitirme a mí mismo que la prostitución era de todo menos satisfactoria. Siempre había más o menos intoxicación, pero también un sentimiento que me impulsaba a volver a intentarlo e intoxicarme de nuevo tan pronto como pudiera". 

¿Qué harías de forma diferente en una relación en la actualidad? ¿qué le aconsejarías a otros hombres?  
     "Considero primordial darse cuenta de que tener sexo no es un derecho, que es una elección libre. No solo necesitas controlar tus necesidades, sino también hablar de ellas, discutir lo que es posible, y aceptar lo que no lo es, o lo que solo puede ser a veces. Una relación o un matrimonio no son una fuente de los deseos. Por supuesto, la sexualidad no es arbitraria, entre la pareja puede haber diferencia de deseo, pero es algo sobre lo que se puede trabajar. Entrar en la prostitución como putero solo causa un daño tremendo a la relación, y es incompatible con la promesa de lealtad". 

¿Qué actitud tienes actualmente hacia los compradores de sexo?  
     "Comprar sexo siempre es un abuso de poder, siempre, sin excepción. Cuando la relación sexual solo tiene lugar porque hay un intercambio de dinero, hay una asimetría en los participantes que no se puede negar. Tras el pago, el cliente tiene derecho a exigir que se cumpla el contrato. En ese momento, la prostituta no tiene derecho a cancelar la acción, o a no incluir servicios que están negociados en el catálogo. La prostituta carece del derecho básico de autodeterminación. La asistencia sexual de la que se habla en los medios es prostitución, es el caballo de Troya de la industria". 

¿Crees que se debería legislar la prohibición de la compra de sexo?
     "¡Por supuesto! Que la prostitución se gentrifique solo causará daño a todas las partes implicadas. Los daños mayores son para las prostitutas obligadas a trabajar, o las que se obligan a sí mismas, que tienen que disociarse para soportarlo, tomar drogas para superar su vida diaria, que envejecen más rápido de lo normal. Las esposas traicionadas, que sufren traumas graves, y que no eligieron esta situación, son el otro grupo más dañado. Suponiendo que el número de 1,2 millones de puteros no se corresponda con el número de ellos que van diariamente con alguna prostituta, e imaginando que un gran número de hombres casados o en una relación estable sean puteros, el número de mujeres traicionadas, y, tras el descubrimiento, dañadas psicológicamente, se acerca bastante a la cifra de dos millones. Como añadido, considero a los puteros también agraviados, y no solo culpables, porque, como putero, te estás borrando a ti mismo. Tu vida interior se brutaliza. La empatía desaparece. El narcisismo aumenta. Los refugios de mujeres maltratadas se están multiplicando, toda la sociedad sufre como agraviada y mentalmente enferma. Una sociedad que permite miseria para tanta gente está francamente enferma.
     En este contexto, y teniendo en cuenta mis propias experiencias, solo puedo considerar la prostitución peligrosa y maliciosa para el propio putero (además de inmensamente dañina para todas las mujeres afectadas). La asimetría de nuestras acciones en el contexto de pago arruina todo sentimiento de relación real en el que la sexualidad y la igualdad entre la pareja se vive como una elección, y se reconocen los límites del otro y la responsabilidad de ambos. En mi opinión, esto afecta a todos los hombres, incluso los solteros, y no solo los que están en una relación. Con una legislación que, tristemente, permite la prostitución, y los anuncios de burdeles que encontramos por todas partes, lo que les estamos enseñando a nuestros hijos es que es absolutamente correcto comprar a una mujer siempre que quieras satisfacer tus necesidades sexuales, y de ahí se deriva el mensaje manifiesto de que vivimos en un sistema de rangos en el que el hombre ocupa la posición de poder y es el que determina las acciones. En la actualidad, un ladrón que roba un paquete de chicles es castigado, pero la acción de un hombre que contribuye a traumatizar a otro ser humano queda impune. ¿Debería ser así? ¿Queremos seguir tolerando este abuso? ¿dónde están los gritos de protesta de los grupos sociales, desde los partidos cristianos a los humanistas iluminados liberales? ¿nuestra constitución tiene tan poco valor?
      La prohibición de comprar sexo manda un mensaje claro: no solo es cutre, sino también inaceptable e ilegal. No queremos una sociedad dañina ni sus acciones. La prohibición de la compra de sexo es el primer paso para dejar de cosificar a la mujer como objetos sexuales, un paso hacia una sociedad más sana. 

Traductora: Marina Liñán

Publicado en la web Trauma and Prostitution

      

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